viernes, 4 de enero de 2013

VICTORIANO LILLO/ SAUDADES

En esta noche, que al recuerdo incita,
llena el alma de angustia dolorosa,
voy a soñar contigo, Sulamita;
y a recordar tu encanto,
vaso de perfección y de dulzura
donde escancié mi llanto.

Entera estás en mí; si alguien te nombra
da un vuelco el corazón, cierro los ojos
y florecen los tuyos en la sombra.
Divina turbación luego avasalla
todo mi pobre sér, y el alma herida
de tu recuerdo, se estremece y calla ...
Principio y fin de todos mis pesares,
motivo eterno del cantar
de todos mis cantares.

¡Ojos lascivos, de promesas llenos,
inefable cadena de tus brazos,
gloriosa comba de tus blancos senos!
¡Cómo volvéis a mí, en rondas perfumadas,
encantos de tus ojos, dulzuras de tus labios
y sutiles caricias de tus manos amadas!

Por eso, hoy que me hiere
esa angustia infinita
del que quiere matar lo que no muere,
voy a soñar contigo,
Sulamita, y a recordar tu encanto,
vaso de perfección y de dulzura
donde escancié mi llanto.


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