Por ínsulas extrañas
una paloma descansa
sus huesos derramados.
Del hierro muerto nace
la piel desencajada;
del hierro, dientes huecos
acechan en la puerta.
Por siglos negra y seca
la sangre nos espera,
la reja demolida,
la casa negra y seca.
Del agua resbalando
la muerte nos señala,
nos hiere, nos enciende.
Por mármoles, ciudades,
el ojo no se cierra:
miramos los espejos.
Del sueño caminamos
al sueño bostezando
y en trenes y estaciones
perdemos la nostalgia.
Por huesos la paloma
levanta las tormentas,
por brazos las extiende:
Del círculo de fuego
llegamos al desierto,
vendimos las antorchas,
clavamos las campanas.
Por últimos caminos
se doblan los planetas:
Por ínsulas extrañas
descansan las palomas
mordiendo sus heridas.
Las águilas del odio.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQué lindo poema querido Andrés!
ResponderEliminarGracias por tus manos que al escribir,
vuelan como esas palomas!
Besos.