Antes, yo creía que mi sombra
era un río esfumado en el silencio,
un idioma triste
tumbado en las aguas de la lluvia.
¿Quién adivinará que fuiste
mi nombre en los ponientes?
Gritaremos que jamás tuvimos mundo
cuando la noche
empapaba de galega
nuestro secreto
y los peces fueron el sexo
de las aguas.
Entonces,
se evaporó el sol de mis rodillas
y supe que eras tú
quien clausuraba mi adiós
en las ventanas
mientras te ibas haciendo invisible
en mi conciencia
cuando la vida indicó tu sur
adolescente.
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