miércoles, 16 de enero de 2013

ALEJANDRO LAVQUÈN/ SÒLO NADA

El hombre salió del Bar, buscó en sus bolsillos.
Encontró nada.
Caminó sin dirección alguna en su rostro,
titubeó al cruzar el puente que conducía
al silencio de su habitación,
se durmió cinco veces antes de fumarse
el amanecer,
levantó el auricular y quiso discar
un número que no encontró en su memoria.
Desconsolado, recorrió las calles
hasta vislumbrar la noche.
El hombre salió del Bar, buscó en sus bolsillos.
Encontró nada.

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