Tenìa una crecida tendencia a modificar
la condiciòn de los àrboles.
Yo soy el niño.
Desde el sauce abierto
al fondo de la casa paterna
asustaba a los acròbatas invisibles
de la lluvia.
Yo soy el niño.
A mi padre le gustaba oìr mùsica en el pecho
de la tarde.
Solìa fabricar armònicas con los tùneles desgarrados
de la nieve.
Yo soy el niño
Mi madre contaba poemas en su sillòn infinito.
Su voz era de noche y de nube.
De ojo, de flor, de vientre.
Yo soy el niño.
Debajo de su fatiga, a un costado de su canto,
el llanto se me salìa con su pequeño mundo rojo.
Yo soy el niño
A esta eternidad llegaba, de tarde en tarde, mi tìo,
Fràgol y desnudo.
El sonido de su violìn me dejaba mucha pena.
Yo soy el niño.
Tres eran mis hermanos.
Entre sepulcros y estrellas se cosiàn nuestros juegos.
Nada era imposible en ese universo colgado a la rueda
de los pàjaros.
Yo soy el niño.
Un dìa se me cansò el cuerpo
y los pechos me crecieron en un concepto tràgico.
Le siguiò el primer amor, la faràndula, los reproches,
la buena cara al mal tiempo.
Los problemas del cerebro.
Yo soy el niño
muerto.
Este hermoso poema pude escucharlo "en vivo", en la voz de su autora. Un momento para recordar en el amplio espectro de las lecturas poéticas.
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