Ver surgir el anillo que anuda las sombras
y relumbra
es descubrir el bosque que cobija el fondo
en su eco silencioso;
en èl decaen las palabrasa
como secas hojarascas crepitando al fuego
que arde sin quemar,
atimbrando sus cuerpos ligeros
al son ausente del habla.
Abisal al centro naufraga en sì misma el alma
deambulando en la luz
fulgor de la hondonada
donde todo avanza a su ligar y presencia
antes que el verbo encubra
su fugaz distancia;
la hondonada inasible en todo encuentro
nos guarda,
a mitad del jardin
establece su estancia;
velados dispersan los rumbos
que las flores desposan
cuando en el silencio cuajan:
Allì me quedo apagando mis fuegos
en el sutil umbral
donde el tiempo en plenitud se estancia
y yo mismo derivo en la corriente
que de luz y sombra me traspasa.
y relumbra
es descubrir el bosque que cobija el fondo
en su eco silencioso;
en èl decaen las palabrasa
como secas hojarascas crepitando al fuego
que arde sin quemar,
atimbrando sus cuerpos ligeros
al son ausente del habla.
Abisal al centro naufraga en sì misma el alma
deambulando en la luz
fulgor de la hondonada
donde todo avanza a su ligar y presencia
antes que el verbo encubra
su fugaz distancia;
la hondonada inasible en todo encuentro
nos guarda,
a mitad del jardin
establece su estancia;
velados dispersan los rumbos
que las flores desposan
cuando en el silencio cuajan:
Allì me quedo apagando mis fuegos
en el sutil umbral
donde el tiempo en plenitud se estancia
y yo mismo derivo en la corriente
que de luz y sombra me traspasa.
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