Con su sayal oscuro
muy lentamente
pasò cerca de mì,
serenamente.
Recita una canciòn
màs que la canta,
lo hace para sì
mientras avanza.
Lleva su cayado
sobre sus hombros,
los pinos verdes
le dan su sombra.
Les cuenta sus penas
a sus ovejas en las canciones,
sus pocas alegrias
y sus hondas quejas.
Pasò junto a mi
cuando volvìa
de apacentar
el rìo de copos blancos.
El pastor navega
entre sus ovejas
y del piño blanquecino
lleva la cuenta.
De mañana les alumbra
el sol naciente
y de vuelta la luna
les da un brillo
muy tenuemente.
Pobre pastorcito
que nada tiene,
sòlo sus ovejas
que le entretienen.
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