viernes, 4 de enero de 2013

EDMUNDO JORQUERA GONZÀLEZ/ LAS ARAÑAS

Pequeñas hilanderas,
que hilais en vuestras ruecas, bajo la noche mansa
los velos impalpables
de vuestras telarañas,
donde hay azul de noche,
donde la Luna, como sobre una frente casta
de novia pensativa,
puso todo el encanto de su beso de plata;

Pequeñas hilanderas,
que colgáis de los muros de las casas,
vuestros palacios, bellos como un ensueño de Hadas;
que adornáis los rincones polvorientos
con los velos tejidos bajo la noche mansa,
cuando cansadas, duermen las abejas
y en su negro hipogeo las hormigas trabajan;

Pequeñas hilanderas
que hermoseáis la trágica
fealdad de los muros
y de los polvorientos rincones de las casas;

yo os amo, yo comprendo
vuestra labor paciente de obreras,
y en la calma de la noche,
hasta escucho el ruido de las ruecas que trabajan
en los velos sutiles,
cuando la sombra casta
envuelve en su misterio los objetos
y Satán, con sus alas de murciélago,
llama a los cristales de las ventanas,
en las frías alcobas de las vírgenes
a la hora en que las brujas por los espacios vagan.

Pequeñas hilanderas
vosotras a las casas
que fueron abandonadas
vestís con el ropaje fino de vuestros velos;
por eso es que el Poeta os llamó sus hermanas,
porque él como vosotras,
las fealdades trágicas
de todas las miserias humanas,
adornó con los velos del ensueño y la esperanza.







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