Miro el zapato volteado al pie de mi cama,
la suela de perfil:
tierra, huellas de pedruscos y de clavos.
Quedó un trozo de camino en él.
Sin pie que lo dirija
descansa como una vieja escopeta
y al lado de la cama espera por mí
y otros caminos.
Huérfano del otro
que ha quedado no sé dónde
pensará estar libre,
ignorante de que, solo,
ha perdido su sentido.
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