martes, 1 de enero de 2013

HERNAN BAEZA/ LAS TENTACIONES DE SAN ANTONIO

La cascada imposible continúa,
tiembla y persiste por sus sueños.
Inmensas columnas de arena retoman las palabras.
Los monjes mudos, sobre pedestales,
cazan peces voladores.
El desierto crece hacia dentro de sus playas.
Un murmullo de ríos
consume la cabeza del halcón.
Vuelve el zorro trepador de cactus
y se ordenan los colores.
Los retratos de los hermanos, interpretando sueños,
leen su destino. Dibujan los signos del zodíaco
entre los días que serán
los mismos que adoren los fuegos del invierno.
Un monje de columna, obsesionado
por un pecho de mujer que lo contempla
-la luna de su sombra-.
Un carro de insectos lo suspende en su oración.
Busca a su madre.
Enjambres de alacranes y nidos de avispas
lo cercan, grita hacia las cumbres.
Farellones que suben mojados de preguntas
vigilan a los ángeles inmóviles
atados en sus altares.
Lanzan sus hilos amarillos hasta Dios.

Bayonetas entre almenas, fortalezas vacías,
se repiten entre todas las cumbres.
Tu mar en el desierto.
¿Dónde está el borde, el filo, el fondo?
Tú arriba -madera fragante de salares-
los hijos de otros bordes, de fronteras del exilio,
las santas migraciones.
Lejos sus barcos navegando en otras lluvias
mientras canta, canta Othai.
¡Alta la marea! ¡Alto el timón por las arenas!
La cascada imposible continúa.
El mar consume a Dios en llamaradas.
El monje transparente entre los acantilados
dibuja sus aromos. Canta, reza, llora sus visiones.
Bajo su huerto, entre las raíces,
un león florecido aguarda soñando su oración.

No hay comentarios:

Publicar un comentario