jueves, 3 de enero de 2013

RENATO CANALES/ SUEÑO ADENTRO

Un cantar deslizaba el camino: un làtigo
devorador de estellas.
La claridad arreaba los rebaños.
Y los surcos pacìan en un coro de huertas.

De pronto, se hizo el cielo una flauta.
Cada gota de luz decìa un ala.
En el molino, molinera,
la piedra que molia era la primavera.
Su tonada rural daban las parras.
Lavaban canciones las niñas en el rio.
El viento combatia manzanas.
Pastorales azùcares numeraban las frutas
Y el sol, en los racimos,
era un litro de mùsica.

Un reguero de pollos perseguia a la abuela.
La luz era un harpa de abejas.
Como ramos de amor, las manos de mi madre
laboraban la vida.
En los hornos, el pan era un canto fragante.
La frente de mi padre llenaba todo el dìa.

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