Estabas en el centro del mundo
una mañana
y yo venìa a verte en las piernas del sol.
Sobre los continentes acongojados
venia a verte
amada de todos los siglos
ensueño flotando alrededor de mi
cada mañana
al despertar. Entonces
dentro de los sentidos
el palpitar del corazòn
las campanas del àngelus
y los poderosos torrentes de los rìos que nos unìan.
Aparecìas fresca como un lirio.
Tus tiernas alas sabian
y tu talle expresaba
la terrible inminencia
que dejarìa mustios a los trèboles
en el verdor de los veinte años.
Poesía verdadera de Raúl Mellado Castro
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