Estamos como un tibio campanero
metidos en mitad de la aventura,
sonriendo a la cruel distancia oscura
con dientes frìos y el amor entero.
Estamos con un dulce carcelero,
que es una espada terminante y dura,
amarrados al viento, a la ternura,
muertos de sal y silencioso acero.
Estamos afiebrados, esperando
que el tiempo suelte su rabioso, lentos
huracanes de azufre y sus hazañas
para caer sobre el amor, temblando,
noche tras noche, dìa tras dìa, hambrientos,
heridos en la sien y en las entrañas.
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