domingo, 6 de enero de 2013

MIGUEL ARANEDA/ EL CANTO DE UN GRILLO

En la pieza canta un grillo.
Ahora, cuando anochece con un dejo de tantas cosas,
èl llama entrecortadamente, como señales
como bocina pequeña entre rincones y muebles.
Acudo a la ventana abierta,
y fuera estàn los murmullos, la intimidad
de las casas, la estrella màs cercana.
Y sabiendo que el grillo camina
por los muros y el suelo con su canciòn
miro la bruma que cae en el aire
ocupando los patios, envolviendo los faros.
Y algo se entega o se arrebata de nuevo
en esa quietud, sin señales;
algo en este ser es un sacrificio constante:
lo que pesa al corazòn es mucho
y es muy poco lo que alivia,
la noche es muy vasta y su fondo desconocido:
este es el mundo que cae
de espaldas a espaldas de uno.
El grillo canta, trato de aprender a escucharlo:
su letania insiste como un templo abandonado a dios
insiste hacia sombras de sombras,
¿quièn podria decir si se conmueve lo infinito,
si un oido alcanza
si en otros sitios florece lo imprevisto?
Es un grillo que ha venido del jardin,
de las hojas y malezas del jardin.


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