Pone mi perro gesto pensativo
cuando gime el reloj hora tras hora,
floreciendo distante y soñadora
dulzura de su tiempo fugitivo.
Vierte mi corazón un aire vivo
y la tristeza lenta que devora
las entrañas al ser que condecora
amor sobre caído sensitivo.
Y mi alma en vigilia silenciosa
arde ciega de luz en su sentir
como el sol en las manos de una rosa.
Buen hermano o amigo no te asombre
que si creo en tus ojos presentir
el dolor de ser perro y no ser hombre.
Recién llego a este poeta chileno, de paso escribiendo sobre Carlos de Rokha. Gracias por publicar.
ResponderEliminarEsa poesía me la recitó para escribirla cuando acompañe al abuelo semanas antes de fallecer.
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