Pense que el dià habia terminado
Aún no eran las once de la noche
y yo pensaba:
¡se terminó el día!
y el día no pensaba lo mismo.
Entonces,
salí a la calle
a mojarme en la lluvia
de las once de la noche,
y grité fuerte,
a todo lo que daban mis pulmones:
¡HERMANOS!
¡Salgan a mojarse de lluvia!
Griten,
canten,
alégrense,
a las once de la noche,
y todos salieron a mojarse,
y gritamos,
cantamos,
alegres;
entonces se terminó el día.
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