Don Álvaro
de Cabrera (―died in 1299‖)
y enterrado en el Monasterio de Santa María
de Bellpuig de las Avellanas, España,
duerme su último sueño sin saberlo
en Manhattan a la altura de la 200.
Llegó hasta aquí con la capilla románica
de Fuentidueña –―Fuentidueña Chapel, XII century‖–
una capilla gótica francesa y varios claustros
el de Cuxa, Bennefonte, Trie.
(―The bee does not miss a real flower"
-Salomón a Saba en un tapiz-)
Y se están encogiendo los santos de piedra
de sobria devoción, de antigua santidad,
mientras por el tiempo de una ojiva
se queda tu pelo un instante
como un sueño.
Y sube sagrado el canto gregoriano
―"pange lingua gloriosi", amor potest conqueri"–
y yo quise besarte
contra los nobles muros en el parque
–no fue posible, ya no estabas–.
Y desde la West Terrace sobre el Hudson
el George Washington Bridge
como un elástico.
Muerdo el aire recoleto, el agua,
Los Cloisters de la Rockefeller Foundation.
A los pies de una virgen románica
sobrellevando la tristeza de New York,
todo el dolor del tiempo humano,
―"Santa María ruega por nosotros".
Salgo de allí, me hundo en el metro;
su escupidera tibia, su labio por los rieles.
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