lunes, 7 de enero de 2013

RAMON HIDALGO/ ABISMO ESPECTRAL

¿Cùal era tu nombre?
¿Giraluna? ¿Alejandra? ¿Casiana? ¿Girasol?
¿Roxana? ¿Casandra? ¿Cantaura? ¿Mariamor?
¿Maria?
¡Maria!
¡Nombre de fiesta!
Marìa es el nombre universal en la inspiraciòn del poeta.
La madre del corazòn del hombre
¡Pero èse no era tu nombre!
Te juro por la perla, una santa del fondo del mar,
que ya no me acuerdo.
Mucho menos mañana, porque los gusanos del rìo
Comenzaràn el placer, el inolvidable placer,
de ahogar las letras de tu nombre.
¿Tu nombre?
No tiene campana.
No tiene forma.
No tiene alma.
No tiene risa.
No tiene aire.
No tiene rosa.
No tiene vida.
¿Tu nombre?
Muriò sobre los cactos de un abismo espectral.
Tu nombre pasarà al olvido
Como un epitafio grabado en la arena movediza.
Tu orgullo, el vulgar orgullo de la mujer que fue admirada una vez.
Al perder el ùltimo hàlito de mi adiòs inaplazable, punto final,
Te hizo temblae como un pez acabado de pescae.
Yo vi a travès de tus ojos
Reflejos de tu alma rodeada de cobrizos braseros de azufre.
Como se te desprendia una gota de hiel.
Yo vi como un dios invisible, escondido detràs de un àrbol,
Hacia desaparecer tu presencia efimera.
Yo lo vi todo en el momento de ese adiòs indestrictible.
¿Todo?
No.
Todavìa no he visto en el espejo de mis noches insomnes
la fuga del sol incendiario
Que dejò en escombros nuestro amor enraizado en el silencio.

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