martes, 1 de enero de 2013

NICOMEDEZ GUZMAN/ ROMANCE SIMPLE DEL TRIGO

Decir la historia del trigo
es decir de la hoz el gesto.
Es decir mano callosa.
Y corazón: rojo aliento.
Es encontrarle a la tierra
sus claros ojos, sus pechos,
su leche verde y espesa,
su voz de tambor en celo.
El trigo tiene su historia
llena de azules silencios,
de horizontes conmovidos
y de puños hacia el cielo.
Los grillos del sur, a veces,
suelen contarla en enero,
golpeándose las espaldas
con flautas y con espejos.
Como el hombre con su canto,
su sangre aguda y su sexo,
más allá de todo límite
está el trigo con su anhelo.
¡Ah, qué simple su ternura,
su rocío y sus luceros,
su manera de bailar
siguiendo el compás del viento!
¿Dónde la historia del trigo
ha de convertirse en sueño
si el carillón de la vida
llama y nunca cesa el vuelo?
¿Dónde si está la ternura
animándonos los dedos
y llora el pan cuando un niño
lo pide y lo mira lejos?

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