martes, 8 de enero de 2013

GUSTAVO ALVIAL/ PRESENCIA DEL OTOÑO

Ya estamos en el tiempo del desengaño
del más maduro otoño, cuando nos miramos en los espejos
y no queremos reconocernos
cuando en la frente, en los cabellos,
está el llamado de la tierra,
cuando ya somos surco y grano
para las hambres de la Muerte.
Ay, tiempo de angustia,
formado noche a noche,
por pequeñas muertes
y pequeñas tumbas.
El tiempo no regresa,
se come el tiempo al tiempo
y sólo van quedando semillas de recuerdo,
que el tiempo también mata.
Entonces, la sangre se rebela,
miramos las lagunas del tiempo transitado
y nos pesa y nos duele
la fruta no mordida,
el vino no gustado,
la flor no deshojada.
Y volvemos a ser joven,
joven de otoño,
y amamos más que nunca
los bellos ojos y las bellas formas.
Engaño nuestro de los cuerpos jóvenes,
de los rostros jóvenes,
engaño de la vida que nos deja;
obramos como mozo y deseamos
como un débil gusano que se aferra
fuertemente a la vida,
sin reparar que ya cargamos,
irremediablemente,
nuestro propio cadáver a la espalda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario