domingo, 6 de enero de 2013

ENRIQUE VOLPE/ EROSIONADA VISIÒN

De la inversa imagen: flor de cenizas en el espejo
o cultivada sombra de lo que somos y no hemos sido,
a veces restan linternas de hielo celeste o el fenecido
toro de rojos diamantes, corneando àridos reflejos.


El toro con cuernos de lirios negros que embiste las puertas
de la sangre en yermo de la erosionada visión
en que las pupilas son pozas de humo, fijas en la desolación
de las tierras en sequia y en los rastrojos de las siembras muertas.

Y sentir cómo se curvan los arcos de la sangre
y como un sol de nieve se enciende entre los dedos como una fragua ilusoria
cuando las rotas estatuas traspasan los espejos de la memoria
y de las campanas de cera vuela un pàjaro de cenizas leve.

Sentir a cada instante cómo se desmoronan las puertas:
las columnas de sal en llamas que sostienen el marchito cielo
donde la soledad es una abeja ebria,revoloteando con desvelo
alrededor de los aridos pètalos de un girasol demente.

Llaves o relojes y números de aire en el círculo vacío
donde las aspas del tiempo giran pulsadas por las corrientes
inmoviles de la muerte, y sentir como las vertientes
se secan en los tallos de las flores devoradas por el frio.

Sentir el alma como huerto cultivado con cuchillos y balanzas;
el alma lacerada del hombre en diálogo con la muerte
en este angustioso reino de las piedras, donde la sombra fuerte
de cardo hiriente, arde entre sombras en frenéticas danzas.

Ya no sembramos campanas y de las inmundas estercoleras
recogimos a veces restos de nuestro animal corrompido:
huesos cancerados en nidos de tinieblas,y pregonamos el olvido
de los absurdos mitos y de sus destrozadas banderas.


Y el silencio es un arpa de nieve, oculta en los suaves
nimbos de hojas otoñales de la sangre ardidamente madura.
donde los espejos y las linternas son una llamarada oscura
borrando las formas oxidadas de los relojes y las llaves.








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