lunes, 31 de diciembre de 2012

HERIBERTO ROCUANT / LAS SIENES I

Hemos escogido la tarde,
para ir entregando sus actitudes soñolientas,
su condescendencia con la montaña
y más que todo
lo que posee para la eternidad de las nubes.
Ciertamente;
que no vamos a desamparar el color,
la defensa del olvido,
o el rastro de tus mejillas,
porque seria, evocando al corazón,
un pañuelo quimérico
dependiente de la preocupación
de aquel derroche.


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