jueves, 27 de diciembre de 2012

SERGIO GIJON OLIVARES/ MIGUEL SQUELLA (RETRATO HABLADO)


Sus ojos
en la arena de luna enceguecida
encontraron a Dios
y ahí sepultó su angustia.
Sus manos
generosas de soles amasaron la luz
para ofrecerla
al hijo del desierto.

Su oído
subyugado por místicos ecos
rescató de los vientos
el poema escondido.
El agua de su estrofa
reverdeció al pimiento.
Su presencia de oasis
y la fuerza de su credo
alzaron
en la pampa
la cruz de su canción.

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