jueves, 27 de diciembre de 2012

CARLOS COLLINS BUNSTER/ ROMANCE DE LA PEQUEÑA AUSENCIA

Del punto, dentro del ansia,
un corazòn dislocado.
Rictus interior, con prisa
de poema, caminando
desde la emociòn del pueblo
hasta la emociòn del campo.

Al irnos, ya solo, el pueblo
se oculta en su verde manto.

A mi sed no le interesa
la canciòn que sabe el pasto,
ni las que saben las piedras,
el puente y el alambrado.

A la esfumaciòn del pueblo
llamo la emociòn del campo
¿En què caminos no hay
trèboles que estàn soñando?
¿En què camino me espera
mi flor-luz o mi flor-canto?

Pero hay que quitar los ojos
del reflejo prolongado;
no hay que oir la voz del viento
y hay que seguir caminando.

A pie de la elevaciòn
el ansia me ha preguntado
si tiene que coger flores
o debe seguir andando.

Como ùnica respuesta
el alma casi ha llorado.

Una palabra serena
que trae actitud de bàlsamo,
al cielo que amenezara
lo hace quieto y lo hace claro.

Mi palabra monte arriba:
la distancia monte abajo.
Por alcanzar mi palabra
el monte ha sido escalado.

Antes de volver, el pueblo,
disuelto en viento lejano,
hace señas de esperanzas
con el pañuelo de un àlamo.

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