martes, 25 de diciembre de 2012

PEDRO NOLASCO PRENDEZ/ COMBATE NAVAL DE IQUIQUE

Poderoso rival de los titanes
que libertad y patria nos legaron;
semidios del valor, cual no soñaron
las enemigas huestes otro igual;
alcese Homero de su fosa helada
para cantar las glorias de su nombre;
vuelve a encarnarte, Fidias, en el hombre
que su estátua gloriosa ha de tallar.

Las sonoras trompetas de la fama
lleven su nombre hasta confín lejano,
y donde quiera aliente un ser humano
oigase un himno eterno en su loor;
para grabar sus cifras inmortales
preste su brillo mágico el brillante;
sirva de pedestal a ese gigante
el pico de Aconcagua abrasador.

¡Oh, su nombre! sabrálo el tierno infante
por la nodriza que a su lado vela;
la primera palabra que en la escuela
debe aprender el niño a deletrear;
el sacerdote en él hallará ejemplo,
emulación magnífica el guerrero,
virtud modesta el ciudadano austero
y el orbe una figura colosal.

¡Oh veintiuno de mayo! fiel testigo
de tan heroica y tan sublime hazaña!
tu deslumbrante resplandor empaña
cuanto en la historia fulguró hasta ayer.
Las horas para tí no vuelan rápidas,
no ha muerto el sol que te alumbraba ufano;
los años y los siglos con su mano
jamás podrán tu luz oscurecer.

Rico en proezas, venturoso día,
cuna y tumba de un héroe sin segundo,
tu valor de chileno alumbra al mundo
que atónito tu nombre repitió.
La sangre y destrucción no le amedrentan,
las balas enemigas atropella,
pues lo guiabas tú, chilena estrella,
e iba a ser su mortaja el tricolor.

Gigante en su heroísmo se levanta
volcán abrasador en su mirada,
rayo de muerte su vibrante espada
y su voz de la patria exclamación.
Salta al puente enemigo, hiere, mata
cuanto su diestra vengadora alcanza,
y cae al fin, sublime en su pujanza,
reteniendo en la mano el corazón.

Meteoro fugaz fue su existencia;
más la estela que marca tu sendero
será de luz magnífico reguero
que eternamente fulgurante esté;
tu nombre será un canto de victoria,
una leyenda tu grandiosa hazaña,
y el apacible mar que a Chile baña
blandos rumores sin cesar te de.

¿En dónde hallar un pedestal que pueda
soportar al coloso de la gloria?
El bronce y el diamante son escoria
que no bastan su nombre a conservar.
En las cimas más altas de Los Andes,
teniendo por antorchas cien volcanes,
y bien cerca de Dios, podrá a sus manes
la patria humilde ofrenda tributar.

Al heroico valor de ese soldado
eleve Chile majestuoso templo;
ha enseñado a morir con su ejemplo,
y es preciso su herencia conservar.
Si el cadáver glorioso de ese mártir
ha escapado al encono del peruano,
en urnas de oro el pueblo soberano
sus cenizas benditas sepa honrar.

Hoy mudo está su hogar antes risueño,
pero orgulloso su nombre egregio;
Chile, si es justo, patrimonio regio
a sus huérfanos hijos a de dar.
Su madre al arrullarlos en la cuna
les contará magnífica leyenda,
y cuando la razón su mente encienda
la historia de su padre ya sabrán.

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