lunes, 24 de diciembre de 2012

JULIO VICUÑA CIFUENTES/ HUESPEDES ETERNOS

Guardo, para alivio de mis penas hondas
en lo más oculto de mi pecho huraño,
una cabellera que se riza en ondas
y unos ojos bellos de color castaño.

Si la reina mía, caprichosa a veces,
me esconde sus gracias -¿desdén, egoísmo?-
por templar el hielo de sus esquiveces,
algo de ella busco dentro de mí mismo.

Y hallo, confundido con mis penas hondas
huéspedes eternos de mi pecho huraño,
una cabellera que se riza en ondas
y unos ojos bellos de color castaño.

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