Cansado de pensar y leer tanto
sin encontrar la ciencia de la vida,
me consuela una làmpara encendida
en mis noches de angustia: el Libro Santo.
En èl palpita un milagroso encanto,
David y Salomòn muestran su herida
de amores, yn San Juan es sacudida
su voz apocalìptica de espanto.
¡Oh Biblia de conjogas y alegrìas,
con Ruth ardiente, con San Pablo fuerte,
segura compañera de mis dìas!
Tan sellada a tu suerte està mi suerte
que aùn te leeràn mis cuencas frìas
cuando apague mi làmpara la muerte.
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