No me importa que te hayan estropeado
rus colinas, tus valles o tu cara
conocida del sol, o tus costados
y digan que no vales una làgrima.
Què saben los que te han fotografiado
de lo que es la ilusiòn o una metàfora
si no te vieron nunca en los tejados
ni en el agua dormida de una charca.
Y aunque todos me dicen que eres una
hechicera en desuso y sin fortuna,
una golfa que aguaita en las ventanas,
yo sigo enamorado de tu bruma,
de tu luz de almidòn, de tu nocturna
languidez de viajera enharinada.
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