Soy operario de armonia cosmopolita.
Soy un arbusto de Indoamèrica,
y soy un atril para sus mares y navìos de luz.
Soy làgrima de piedra
y soy la voz de los espejos anochecidos...
Y la presencia de mi temperatura de badajo,
sin un halo de sol, ni una fibra de cielo,
si columpoa como un cadàver exaltado de hiel...
Soy fantasma que canta
la tonada de latidos apresurados
cuando me cercan las infamias y las bajezas
y veo pasar a la muerte
que va desgastando
a mi universo sobre su eje;
y cuando me asaltan los cablegramas
que nos anuncian:
los crimenes
màs canibal-sangrientos de todos los siglos...
!Crimenes...! que si un oceano humano incontenible
no los sepulta para siempre...
llegarà un dia...
en que la guerra de los motores
y de los gases y virus permanentes,
seràn como plumillas inofensivas
para las vibraciones,
para la fuerza atòmica y el cañòn volador
y para la fria metralla de los ultrasonidos...
Soy un hilo quimèrico.
soy habitante de una nube cautiva.
Y rueda de plata con serpentino azote...
¡y gorriòn de veleta
con el corazòn en todas partes...!
Y màs que todo esto,
soy un cleptòmano reicidente;
que al alba
el primer rotativo cosmogònico
le ha robado el teletipo
para comunicarse con el sol;
que al mar,
mi gran maestro,
le ha solevantado un guitarròn de vidrio;
y al corazòn de las multitudes
le ha arrebatado sus gestos màs visibles:
Su desesperaciòn
para arrancarse la oscuridad...
Su heroico aire de tromba
ante la guerra de conquista y el exterminio en masa...
Yel estremecimiento de un cristalino diàfano
que crea un nuevo mundo...
y un nueco hombre
hijo de la revoluciòn...
que aparece por todas partes
¡como un robot de acero
caminando en pureza y en linea siempre recta,
a la organizaciòn de la abundancia,
de la cultura
y de la seguridad de la vida!
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