jueves, 27 de diciembre de 2012

ANTONIO DE UNDURRAGA/ PORTACELI

Llagas, si muchas llagas
que en el vacío, mudas se prolongan.

Creedme: Soy sólo un costado de barco
sanguilonento, húmedo
y estoy sujeto a la eternidad
como un buzo cargado de relojes.

Cargado de sangre, de desdicha
y una gelatinosa demencia de ostras.

Mi lecho es de agujas
Empero, como un murciélago clavado en el muro
mi corazón aún yace.
Y en medio de una umbría de gargantas sordas
Hoy grito en la soledad
como una isla cubierta de designios.

Pero la soledad y el vacío me roen los labios.

¡Oh tú maniquí o huésped que moras en la niebla,
dadme la orilla y la luz oculta para elevar
mi oscuro globo de golondrinas!

¡ Oh tú distante huésped, reduce mi vacío,
tú sabes que he puesto pez de castilla a mi lengua
y que va pegada a mis llagas
como los pies de la domadora a su caballo.

¡Portaceli, bóveda y luz, cúpula y sangre
para tan largo viaje!

¡Oh huésped inconsútil, creedme:
El corazón me pesa demasiado
Y he resuelto: abandonarlo a una tribu de babosas.

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