lunes, 15 de abril de 2013

JOSE TEIGUEL/ (DES) ENCUENTRO


Los vecinos de los pastizales de enfrente
ya no gritan.


Los tambores de sus gargantas
que anunciaban las lluvias,
las guerras y las pariciones,
han enmudecido
frente a este espacio de vida
que les llega como un tajo de cuchillo,
o como el ruido preferido
por este gigantesco Coigüe
que se derrumba
luego de disparar
sus primeros pájaros contra la mañana.


Los vecinos de los pastizales de enfrente
que alguna vez transcurrieron
entre las piernas del agua
ya no cuentan con la anuencia de la voz
y ellos mismos comprenden que es hora
de eclipsarse bajo el humus
que dibuja
los primeros sucesos y las horas
de un amanecer inexplicable,
preñado de muerte, gritos y palabras
y orines y semen
venidos de otras historias:


Dieciocho varas de ancho tiene la sombra
de la estatua de Manuel Montt,
cagada por las palomas de una plaza pública
en el sur de Chile.

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