Hay, en lo inconmovible de los recuerdos, quien cree volver a Ítaca y se extasía
en desventuras, y de empeños divertidos:
Y tú lees de sus viajes, y exaltas sus filigranas verbales, sus revolturas de tripas,
prudencias imprudentes,
o mejor cuando enmendadas;
y el futuro sin guerras
como sueño de una noche oscuramente lúcida.
Cada viajero aborda la clase como quiere o lo permitan las parcas
o le fuerzan, como a saco en su laberinto de atrapado.
Otros no ayudan para nada,
o escuchan remos en la espesura.
Nos damos cuenta, sólo si la nostalgia da cabida que avanzarás a su huída cauta
y
fecundo en la llegada con retrasos.
De nada vale que comercies, aunque te aconsejen, te muestren el rumbo
equivocado, o la gloriosa ventura,
aunque seas voluntariosa memoria
central que al regreso te detiene
porque hasta lo voluptuoso se termina:
al final reina la memoria.
Porque hay esa escoba que barre, y barre, y barre.
Y esa barca que atraviesa.
Así que guárdate. No vuelvas. No regreses.
Aprovecha el tiempo del engaño.
Acercándote no te alejas, y sobrepases el arrojo .
Aunque vayas muy orondo, muy consciente, del continuo, y su sombra, y a la aduana impertérrita,
pues, si bien es cierto
que dos veces no podrás bañarte allí,
y aunque no te espere Nausicae,
báñate, báñate, báñate,
¿cuántas veces destruirás ese cuento que hubiera cambiado tu vida?
con refocilo, mmm qué rica el agua del bautizo + completo
¿será más de una vez que mirando esos ojos quedas cegado?
que bañarte lo es todo, más que un zahumerio,
más que el poner a secar bajo la cordura
(de ese auto la noche del retorno bajarás cuántas veces?)
y la Nausicae se ponga babosa y te abandone.
Aun si siempre seas otra la consciencia, te induzca, otras las anémonas, le guían,
esa conciencia que te baña,
y no te reconozca en la partida.
¡Cómo?
O el mismo fueras de mentido: báñate a como venga, y aún si en truculenta leche de burra
o en pandora la veas.
Fue la esencia de la cosa.
Si Kavafis no hubiera escrito, habría que inventarte:
Nunca abandonas. Nunca regresas. El después, igual quel antes.
Si miras al individuo, perplejo o panza al aire.
Pero quién mira? Quién lúcido?
Quién sabe de verdad, que navegas?
Y existe esa caída al abismo al borde mismo por el lado la tortuga?
mmm Se encuentra un texto del mí mismo y el texto de un hermano... son sensaciones curiosas... cuando se estaba buscando un texto de Leonidas Rubio.
ResponderEliminarSaludos cálidos al autor del blog.
Gracias.