Echado como un bùfalo sobre la gruesa arena
veo còmo el mar gris y revuelto arroja las señales del poniente
en los neumàticos
en los corchos
en las botellas rotas
Y todavia al final de la playa,
donde naufraga la terraza de màrmol,
estàn las herrumbosas cabinas
para el recato alegre de aquellos veranos
y el letrero que cuelga de un solo gozne:
Baños de mar Francia
Echado como un bùfalo sobre la gruesa arena,
mientras las aguas grises se acercan y alejan
revolvièndose como un deforme, un cansado animal.
imaginos las verdes hierbas sobre el ocèano,
yendo del este al oeste,
y las islas habitadas sòlo por blancos pàjaros
que anotò el viejo Almitante.
Pero un viento puntiagudo se cuela entre las podridas maderas,
eriza los pelos de los perros
de las ratas
y las señales resbalan hacia el poniente con el sol.
El mar se revuelve,
se confunde con el cielo en los vidrios del viejo
Hotel de Francia
y anochece.
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