domingo, 31 de marzo de 2013

ÓSCAR ARANCIBIA VILLALBA/ VIAJES



Era el viaje de la luna
Alumbrando los rieles de mi destino.
El día que nace en viaje
Con el aroma lluvioso de suelo puneño.
Era el regreso profundo
Sobre las huellas del sol indígena.
Supe que mi sangre
Sólo entendía de andenes crepusculares
Y terrazas que esperan el pan matutino.
Supe que mis noches
No son sin los luminosos días,
Tejidos en el húmedo altiplano
Con olores de greda y lanas
Que alimentan mi alma nocturna.

Era un viaje de ida y retorno
Sumergido en cada estación de mis raíces.
Porque volvía infnitamente
Al ayllu-marca de la sombra antigua.
Porque volvía sin regresar
A la misma noche de los relámpagos.
Porque volvía sin haber partido
A las aldeas del vestigio lunar.
Era un viaje sin volver de la luz-chuyma
Del indio que abrazo nuevamente.
Retrocedía sonámbulo
A besar la piedra milenaria
Del sacrifcio incaico.
Subía encendido en lunas por la Apacheta
De escalas del altar solar.
Y llegaba al Macchu y al Huayna
Por el templo del maíz áureo,
Sobre puentes suspendidos del cielo,
Hasta llegar a la vertiente de las vírgenes.

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