¿Dònde estàn los ojos que yo quise tanto,
dònde la tibieza de sus blancas manos,
què afàn se ha llevado su risa y su queja,
por què me han huido las horas de fiesta?
Cuando alzo mis voces sòlo su silencio,
cadenas de hierro le han dejado preso,
y si busco a ciegas su estrella en la noche
sòlo encuentro sombra, tristeza y reproche.
¿Què lebrel de bronce guardarà su reja
en el fondo oscuro de la selva espesa?
y tan lejos hubo de plantar su tienda
que mi vida entera se vistiò de niebla.
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