jueves, 7 de marzo de 2013

JORGE VELEZ/ EL VIAJERO INNUMERABLE (FRAGMENTO)

I

Viajero que llega, con su vino. Con su muerte
encendida. Que llega escanciando sobre toda copa,
                                                    sobre toda carne.

Con su palabra
hacia la pura aventura, buscando los respiraderos
de la tierra, los pulmones henchidos como granadas.

(Luego
Los altos designios del poema son completamente
los designios del silex).

La palabra, planeta en capullo, redimido
delos mares incandecentes. Y su esguince,
igual a un potro en la noche masticando diamantes.

La noche
que ondea en las vetas de sus màrmoles,
en el òleo de sus capitulaciones, de sus ostracismos:
rutas de livido iris diagramadas en la espuma.

La palabra
Con su propio campo magnètico, su albùmina,
densa como un rio de lucièrnagas.
Y el bordoneo, tras la oreja, que envuelve
como una caracola las sonoridades del mar.

Que andabas escultor de cobalto
esculpiendo en frìo absoluto cada cèlula,
señor de los caprichos astrales, de las ascuas metafisicas.

Que reìas, tras la risa de la lluvia, tras la risa
del viento, inclinado sobre las piraguas
llenas de ananàs y de guayabas.

...y el puñado de sal hacia el alba,
y sus rebaños de oro paciendo a la sombra
de los sueños, al pairo.

...cuando advienen los trigales de frente fecunda,
cuando dan sus arras el cielo y devuelven
cierta alegria a la sangre.

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