sábado, 13 de abril de 2013

MARIO MANQUE/ CARNE Y SANGRE DEL DESIERTO


El viento del desierto
parece estirar las sombras
sigilosas en la tarde
disfrazada de arena.
Sombras juramentadas
por la muerte vengativa,
abrazantes como dragones
devoradores al acecho.

Porque ahora los ladrones
provienen de otro Imperio
inquisidor y maldito
como el azufre que llueve
sobre nuestros padres
y nuestros abuelos,
sobre nuestros hijos,
esposas y nietos.

No tenemos caballos
para huir y salvarnos.
No escuchamos al mundo
defensor de la vida
y en silencio callamos
para morir como el llanto
secado por el fuego
del terror y del espanto.

Ahora convertidos
en silenciosas sombras,
subimos a la arena
para vencer al Imperio
con lo poco que queda
encima de los muertos,
con nosotros que somos
carne y sangre del desierto.

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