martes, 9 de abril de 2013

JULIO CARRASCO/ EL LIBRO DE LOS TIBURONES (FRAGMENTO)



Quien haya salido de un lugar complicadísimo
en que nadie conoce a nadie
con cien pesos y dos micros por tomar
sabe el consuelo de
meterse las manos en los bolsillos
y silbarle una melodía a los viejos tiempos.
La soledad genuina
es a veces un alivio a los mortales
la canción que silbo pertenece a
una gringa de apellido Monk
que solía escuchar para atraer a mi mente
las horas de una velada memorable
que pasé encerrado en la pieza de una amiga
hace ¡Uf! muchos años.
Sin embargo
es en Messiaen en quien pienso
mientras bordeo el cerro Santa Lucía,
el sol se pone pálido
y el otoño regresa
a toda prisa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario