martes, 9 de abril de 2013

FERNANDO PÉREZ VILLALÓN/ NOCTURNO (2)



Se encienden
de nuevo
-ahora más arriba-
los mismos avisos
que hace algunas noches
desde las ventanas
del departamento
mirábamos juntos,
y que yo declaré preferir
al resto del paisaje
(Cerro san Cristóbal,
torre de una iglesia,
árboles, etcétera):
las piernas danzantes
envueltas en monarca,
aquella botella (champagne valdivieso)
que nunca se agota,
que incesantes copas
de neón escancia,
o el cuadro en que alternan
la temperatura ambiental
y un reloj,
recortadas sus cifras
contra el quebradizo
nombre de cerveza en
verde y amarillo, latidos
contra el cielo inquieto de mayo.

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