lunes, 31 de diciembre de 2012

GALVARINO PLAZA MERINO/ POEMA DIECISIETE

Escribo para mi sombra que camina,
para estos ojos que se han de comer la tierra.
Para despuès de la sombra,
para despuès de los ojos, que se cierran
cada noche,
escribo para cuando tenga el cuerpo amoldado
a un pedazo de tierra,
que puede ser:
Amèrica, Africa, Europa, Asia
u Oceania.

No escribo para intelectuales
que estudian la forma de construir la voz
con un poema
que se puede usar como un traje
los domingos.
Hago estos pedazos de monòlogos
para los alucinados que creen en entierros
y en la existencia de ciudades perdidas,
donde nadie se guarece de la lluvia
y la humedad.
Como la semilla de plantas que han sepultado
poblados enteros, de la noche a la mañana.
Hay que hacer poemas
como quien hace vasijas,
con el hueco para que sueñe el barro
un largo y pesado sueño.
Yo no soy otra cosa,
sino un olvidado manufacturero de imàgenes
de un dios emplumado
que cultivò la redondez de la tierra
y que solo con sus temores,
esperaba el paso de las estaciones cada año.

La lluvia entrarà
anidarà en el brocal de la vasija,
llenarà de sonidos un espacio solo,
como el que se hace en los huesos
cuando la mèdula no es otra cosa que humedad.
Ya no existirà nada
cuando el sol evapore en mito.

El aljibe carece de hierba
y por èl caeràn las palabras.
¡Oh Dios mio, Dios con mayùscula,
decapitado y quemado en la hoguera de los herejes!
Dios despojado de casa,
Dios sin patio,
sin àrboles con frutos que caìan de maduros.
¿Què sucederà cuando nadie eche al hombre de su casa,
cuando no exista el limite entre lo mio y lo tuyo,
cuando las hierbas sembradas pot olvido de las semillas
hayan borrado los deslindes.
(Hierba, planta cuyo tallo no desarrolla tejido leñoso,
y sòlo persiste hasta dar flores y frutos).

El hombre sueña con decir:
Quedatè solo, pan.
Sòlo en el hueco caliente del horno.
Echate a morir sobre la tierra, endurècete,
convièrtete en piedra lejos de los labios.
Ablàndate, de tanto navegar en el rio.
No necesitamos tu presencia,
ya nadie busca tu forma de discordia sobre la mesa,
el hombre ya no tiene dientes,
tiene apenas, a duras penas,
un pedazo de tierra donde poner sus ojos vacìos.

BORIS CALDERÒN/ AQUELLA NOCHE

Aquella noche
no eras la misma, de las alas
verdes.
Tu pobredumbre tocaba el fondo de mis
ojos
envolviéndome en círculos letales

Descarnadas aves volaban junto a mí.
La inexperta, la negra, me invitaba al
festín,
tocando mis hombros con sus alas de
topacio.

!Oh! !Su piel de vidrio
caminando sobre los huesos vacíos!
Yo estaba deshecho;
una piedra azul en mi garganta
la frente cubierta de ceniza,
transfigurado por la huida.

!Cómo despertar! !Oh dioses de espanto!
!Cómo despertar!
Una luna de asfalto caía a pedazos
sobre los flancos viscosos.

Me atisbaba
a través de los ojos del monstruo.
Mis huellas se hundían
al fondo de los planetas.

!Huye! !Huye! ululaba riendo.
La soledad empequeñece el espacio.
Vamos al hermoso patibulo
asediado de orquídeas.

Tendrás una muralla para tus ojos
y un pantano para que goces con tu
amada
Os daré dos arañas para vuestros dedos.

Eres el elegido, sígueme, sígueme.
Tardamos, lobo triste,
mañana es el gran festín.

!Oh! lobo lejano, sígueme,
que la novia espera, con su sexo de tumba.


ALBERTO RUBIO/ SEÑORIALES SEÑORAS

¡Alto departamento que brilla allá en los cielos!
Los balcones se asoman, silenciosos y solos,
y más adentro de ellos las señoras conversan,
sentadas mutuamente, señoriales y altas.

Un silencio de alfombras se cierne en los balcones.
Las señoras conversan, delgadas y peinadas,
en el alto salón del departamento alto.
Un silencio de felpa se pega en las murallas.

Las sillas son delgadas, y altos los respaldos,
los peinados son largos, débiles y aristocráticos.
Una criada entra con blandas zapatillas,
y sube cafetera fragante entre las damas.

Un silencio de alfombra se cierne en los balcones.
Las murallas de felpa crecen altamente,
y en el alto salón del departamento alto
las señoras conversan cambiando felpas altas.

ALFONSO ECHEVERRIA/ EL COSTO DE LA VIDA

Què les pasò por el camino
cuando perdieron el color
los animales.
Què fue, què cataclismo,
què remoto revès los tornò tristes
y graves.

No hablo de insectos, ni peces,
ni serpientes, ni pàjaros.
Hablo de los que salen vivos
del interior de la madre.

¿Fue la vida nocturna?
¿Tuvieron que refugiarse
en oscuras cavernas?

Los vemos ahora desteñidos,
pardos, grises, blancos,
peleados para siempre
con el arcoiris...

¿Se quemaron
que les quedaron manchas?

Allì estàn, los condenados.
Talando las praderas del exilio,
surcando los despojos de la tierra.
Conservan la ternura del mujido,
la còlera sorda y antigua.
Pero son los desnudos, los vagos,
los desprovistos de rayos.

¿Què fue, què sucediò,
cuando sepultaron
la anilina de su alma?
¿Cùando claudicaron de su fe,
cùando malgastaron
si cròmatica fuerza?

Recorren los rincones del planeta,
se reproducen, y crecen, y mueren,
llevando su fracaso a cuestas,
llevando su fracaso
a cuestas,
llevando
su fracaso
a cuestas.

FERNANDO LAMBERG/ TU FOTOGRAFIA

Es una realidad la perspectiva
y es una ilusión la perspectiva.
En el cuadro del célebre holandés
la calle se dirige hacia la iglesia
y la iglesia -como es natural-
se halla al final de la famosa calle.
Pero si tienes un gramo de picardía entiendes
que el cuadro es plano
y la iglesia este en la misma superficie que la calle
De tal modo, en tu fotografía
la nariz se adelanta a las pupilas;
pero cualquiera sabe que esa imagen
con su color y su ampliación no tiene el relieve
del rechazo que me diste esta mañana.

CHELA REYES / OLA NOCTURNA

Nace bajo mi piel tu ardiente noche
en el calor y la frescura unidas,
con la copa de luz amortiguada
y la radiante plenitud erguida.
Una estrella no más viene rodando
hacia el seno del mar, desfallecida.

Crece bajo mi piel tu olor y mi sangre
como en el mar la vena submarina,
y como en él sus olas se levantan
hacia la eterna y gemidora sima.
Una nota no más nace llorando
de la risa del mar, enloquecida.

Muere bajo mi piel tu ardiente noche,
la estrella se derrama, el canto emigra,
mi corazón asciende hacia tu boca
y tu boca desciende hacia ese clima.
Una ola no más se dobla y tiende
su cabeza en el mar, desvanecida.

GABRIEL CARVAJAL/ BALADA FINAL

De todos los amigos que he tenido
me quedan los que han muerto.
En las mañanas leo el diario
que dice aguales cosas de otra època
y cabeceo algunos sueños.

Allì tal vez hay flores que se abran
con pètalos oscuros hacia adentro,
otros àrboles crecidos de una tierra màs honda
donde crezcan màs tiempo.
otra vida igual, ojalà igual
pero sòlo para poder por fin recordarla toda entera.
Ya no puedo revivir todo eso. No me quejo
En la vejez veo mi infancia mejor que nunca.

He olvidado. Como siempre sin darme cuenta, he olvidado.
Tal vez lo que no era bueno.
Ultimamente anoto todo lo que hago,
poca cosa porque me faltan ganas,
y a veces hablo yo no sè de dònde
cosas que caen por su propio peso,
largas historias que no terminan
y que no sugo,
trozos de otros dias.

El paladar se me ha secado.
Ya no me queda mucho tiempo màs.
La muerte empieza antes que la muerte.
Deberé ir a esperarla junto al mar,
con los ojos hundidos en la espalda, de pie vacilante
junto al mar
desde que empiece a sentirla como un hecho.
Y los cuervos vendrán.
Desplazados por las criptas y las coronas
ellos vuelan sobre el mar; han de venir
-a veces me alegro imaginándome el reparto, los he querido-
y la playa cubrirá sus arenas de negro
un día y una noche y enrojecerá
para que el aire pueda verse más vivo por un tiempo.

En el diario matinal
que debo releer en la tarde en una esquina tibia
descubro todo lo que sabia y me distraigo.
A veces a conciencia digo disparates juveniles
por ver còmo se rièn de mì
con suspocacia los mayores, pletòricos de vida,
los niños sin saberlo,
todos de buena gana.









RAMON CARMONA CARRASCO/ MAPA DE CHILE

Mapa de Chile: violando las aldabas,
liberados los pasos en tu gama,
peregrino en los ojos y en los labios,
la memoria y el sueño desatados.
He palpado tu cuerpo y penetrado.

Saciè mi sed de ti.
pulsè las latitudes en fuga del camino;
gustè tu sal y tu pulpa dulce de Chile.
Dando tumbo en tus hitos derivè por los rìos
y emigrò en tus bandadas maravillado el vuelo .
Uncì a las nubes la sed de la pupila.
Boca abajo en la tierra auscultè tus latidos
con un pèndulo hurgando en meridianos.
Hablo ahora en paz, el ansia detenida.
Vaga la voz, el pàrpado dormido.

HERIBERTO ROCUANT / LAS SIENES I

Hemos escogido la tarde,
para ir entregando sus actitudes soñolientas,
su condescendencia con la montaña
y más que todo
lo que posee para la eternidad de las nubes.
Ciertamente;
que no vamos a desamparar el color,
la defensa del olvido,
o el rastro de tus mejillas,
porque seria, evocando al corazón,
un pañuelo quimérico
dependiente de la preocupación
de aquel derroche.


LUDWIG ZELLER/ A QUIEN VELA , ¿TODO SE LE REVELA?

Sopla el viento en las altas soledades a plomo
Donde al filo iluminanse sus cabezas de fósforo,
Aves que van abriendo las venas en la noche.

Tras los ojos quemados esa imagen perdura,
Hormigas que devoran su pezón incunable.
Las espinas no duelen, flotan sobre la nada,
Si volamos en circulo su piel late y nos habla.

-No hay respuesta, señor, su numero no existe,
Cortados los alambres, no se escucha, despierte
A otro sueño en otra estancia. - La paloma no vuelve,
La ceniza se aquieta en los patios del Arca.

GUILLERMO TREJO/ CODA

DE PRONTO SE ENFRENTARON EN MI CAVERNA
VIVA
Mi ánima y mi corpus como el agua y la roca
Se amaron bruscamente. Fueron mujer y esposo,
royéndose sus huesos entre espumas y estruendos,
y escandidos silencios que el amor nos corona.
Esta boda continúa de recias elegancias
dejaba a mis entrañas vacías de poderes;
me entregaba una dulce mansedumbre serena,
por donde los paisajes del tiempo desbocaban
sus bestias hacendosas…
Adentro de los huecos
que construyen mis olas, cabían las dolientes
pasiones de mis huesos, de mis carnes escuálidas,
en procura continua de un orgasmo de boda…
Unidades dispersas de mi yo se juntaron
en medio de una fiesta de estruendosa vigilia.
ME VI, DE PRONTO, ENTERO, Cubierto de mí mismo
y conmigo en la fuerza de la unidad completa.
las fuerzas separadas se volvieron la fuerza:
energía celeste alojada en mi polvo.



DAVID ROSENMANN TAUB/ EL DIA

Hablé. Nosotros lo comprenderíamos.
¿Iba la noche a retener tu entrega?
Por la ventana el mar que no separa.
Seremos uno interminablemente.

Ahora estás conmigo. Qué seguro,
qué distinto es el ser: en su coraje
me alcanzas. ¡Para siempre! Los poderes,
indolentes, ajenos, conocidos.

Hablé. Nosotros lo comprenderíamos.
¿Iba la noche a retener tu entrega?
Por la red el erial que nos separa.
Desnudos, absolutos, luminosos.

Esa boca aquí, cerca, nuestra, mía,
nuestra, tuya: si tuya, mía, mía:
lo feraz: arrecife de transcursos:
que yo, por ti, soy yo, todas tus veces.

Hablé. Nosotros lo comprenderíamos.
¿Iba la noche a retener tu entrega?
Por lo ayer el fanal que nos separa.
En torbellino, frágiles, amándonos.

Ahora estoy contigo. Realidad,
ahora puedes afrontar el mar:
en la eficacia, el mar, con resistencia,
se levanta hacia el sol. Tú estás conmigo.

Ventana. Red. Lo ayer. ¿Qué nos separa?
Seremos uno, interminablemente
desnudos, absolutos, luminosos,
en torbellino, frágiles, amándonos.

HUGO MONTES /CASA

La casa no me espera, està conmigo;
yo la llevo si voy y si me quedo,
en el albadelgada y en el quedo
silencio de mi novia o de mi amigo.

Nada desdeño y nada ya persigo
-todo es igual, el ansia, el celo, el miedo-
y sin afanes señalo con el dedo,
a mi casa me vuelvo y a mi abrigo.

Se rie el corazòn de cuanto espera
-del sueño del ocaso en madrugada,
de la dorada espiga en primavera-.

que estando todo en èl, el resto es nada
y es inùtil espera la esperanza:
el alma sueña sòlo lo que alcanza.

HUGO ZAMBELLI/ UN MUNDO TUYO Y MÍO

Un mundo tuyo y mío sólo existe
En el tiempo remoto.
La vez que yo y tú fuimos Adán y Eva.

Lejos del Paraíso
Aún tu voz me cautiva.
Hoy junto al árbol del bien y del mal
Las manzanas mordidas
Se pudren en la tierra.
Nunca será lo mismo la condena.

RODOLFO KAHN/ EL RESPLANDOR

I
Sobre cada cielo de Sodoma
a trescientos mil decantamientos
en un pulsar
de sus tobillos cuelga Sade a una doncella después de amarla
En tanto
una gochorum insiste en rastrear su saditud
dejándose coger por sus ilapsus


II
La voz de Pélagie inunda las galerías del Chateau de
La Coste
Sainte Therese de Jesus bajo un dintel o tal vez una ojiva
si no una arcada o adeherida
a alguna de las columnas o
bien tras los cotinajes de un
palco asoma demudada in
puribus ardiendo escrutándolo
t o d o b a l b u c e a n d o
arrobadamente quedamente
en Le Theatre de La Coste
Chiara Moldetti amamanta a su crío y sella una postrer misiva
a Donatien de ira y sumisiones
de imprecación y entregas


III
Justine recorre las celdas para alucinados
Un hato de virgónulas le sigue los pasos
Legionarias en tropel son arrojadas al salón
de baile
Una jauría de incontenibles las ha sitiado
en el gimnasio
Algunas primerizas aúllan desde el mirador
Chiara decúbito dorsal sobre la gran mesa
del ágape yace
Juliette y sus acompañantes devoran con
fruición las vísceras de alguna criatura
pavorosamente prodigiosa.

FLORENCIO FAUNDEZ SAAVEDRA/ PORVENIR

Al final, terminaremos por rebajar
las viejas cumbres de los cerros
para que vean de cerca
la desnudez de tu cuerpo,
sin que tengan que pararse
sobre la punta de los pies.
Espantar la aparecida camanchaca
o desviarse sin rumbo
por las carreteras de la cibernética
en busca de la tierra prometida.
Esperando hallarte en contra del viento
donde mantienes todavía en celo
tu escurridizo ombligo,
el último baluarte de caza
que nuestros antepasados no enterraron

LUIS ARAYA NOVOA/ EL HOMBRE

El mar, la cordillera y el desierto
Son del norte de chile los orígenes.
Pero el hombre, que es sol entre los soles,
Es su cosmos total, la tierra entera.
Es la simple palabra antes del eco.
Es el árbol que vence las arenas.
Es la piedra aterida de silencio
Que busca en el sonido su universo.
Sin él, la sal, el cobre, la turquesa,
Vivirían aún su noche turbia.
La tierra aún sería la colmena
De légamo zumbante: pura larva.
El mar no habría abierto sus abismos.
La luz no bajaría de las cumbres
En eléctricos ríos velocísimos
Terminados en deltas de cristales.
Arica no tendría alba de olivas.
Iquique no sería sol de escamas.
Antofagasta, cálida, calama,
Sin nacer estaría: pan de sombras.
Tocopilla, taltal, chuquicamata,
Nunca habrían salido de las dunas.
Chañaral, copiapó se ocultarían
A la espera de juan godoy, el mago.
Ovalle y vallenar, sin rumbo fijo
Navegarían lagos invisibles.
La serena sería aún campana
De brisa fabricada por los pájaros.
Coquimbo dormiría en marejadas
De océano noctámbulo y corsario.
Combarbalá con piel de greda cruda
Se buscaría para hallarse trunca.
Vicuña a la mistral no soñaría
En la palabra auténtica de chile.
Del norte entonces nada se sabría
A no ser por el hombre, que es su fuerza.
Él crea su raíz. Coge el relámpago
Que día a día salva la existencia.
Despierto, clamoroso, persistente,
Siembra su ser, transforma geografías.
Entre el mar y el desierto ordena alturas.
Con su mente corrige los espacios.
Multiplica la luz. Planta alboradas,
Semillas de espigadas primaveras.
El hombre es la mejor veta del norte:
Agua para su sed, sol en su noche.
En él tiene su voz la tierra ardida.
El mar, profundidad, roncos designios.

DAMASO OGAZ/ LAS RATAS

Es preciso que alguien, venga y diga: hay un húmedo olor a baúl.
Nada más.
Como en esos invernaderos desolados, las ratas abrirán entonces un agujero,
Leve,
Melancólico,
Que les impida flotar a la deriva.
Junto a las ratas sobrevivimos, cada vez más tenaces y más adentro.
Expiamos,
No había nadie con apariencias humanas, con vínculos, con ropajes, con ferocidad.
Se ocultaron unos de otros.
¿Por qué tanta prisa?
Éramos los que se quedaron tempranamente solos a la hora de la siesta
Tensos y casi inmóviles.
Con una falta de preparación para la voraz visión del día.
Un rechinar de dientes
Con una posición desacertada ante los objetos en apariencia familiares..
Huesos y piedras
Y cenizas. Cada partícula caía pesada y lenta.
Hablar era para nosotros una operación difícil, como una especie de vértigo.
Ellos, los antecesores, ya habían perdido la clave de esas palabras.
Hay cosas que son definitivas.
“Inmortales”, vivisteis abrumados por el arrepentimiento y el asco insalvable.
Vivisteis para observar y exclamar: “Cuando la aguja marque ese número…”
Alfileres, Trajes usados.
Como las bestias que se reúnen para emigrar, otrora resollasteis.
Y al abrir la puerta, los vimos cambiar de nivel y ser una mancha negra.
Una mancha negra visible a nuestros ojos.
Una herida abierta, repulsiva.
Una mirada culpable y amarga publicaron los periódicos.
Hoy sabemos que sus recuerdos insospechadamente se arrastraban por los intersticios.
Sus recuerdos son instrumentos sutilmente afilados.
SED VOSOTROS… les gritamos.
Empero todos esos ojos de ayer vuelan y chocan como ratas enloquecidas dentro del baúl,
En señal de contrariedad. Esos ojos azotados por el ramaje y la maleza
Encierran, no obstante posibilidades misteriosas y amenazantes.
Yo, en particular, recuerdo unos ojos, unos guijarros tibios y lisos,
Y una voz que me dijo:
“Sale a este infierno”.

RICARDO NAVIA/ CANTO A LA MARIONETA RETORNO A MI MISMO

Mi infancia fue de ojos y bocas y labios
Que se agrandan alejados
Y de estaciones y viajes que se pierden
Y de fugas y soledades negras.
Oh amiga
Tus brazos de humo trágico de estrellas
Se han perdido para siempre
En la argolla que pende del beso
Del viento degollado por el copihue
Del florido morir alado al borde de un teléfono
Que transmite idolos
De un espejo que transmite sed
De un rosro que transmite lunas
Y calor y muerte roja de sombras.
Por fin hallé la cuerda
Que presagiaria la ceniza
Y un cementerio abandonado por los muertos
Y un cementerio sepultado
Por la carcajada de una puerta
Y un cementerio acogido
En mi lengua de cuchillos de mar
Y un cementerio de otras voces
Que no sienten el ruido de la hierba.
Alli viene una marioneta de arena
Danzando en la encrucijada muerta
Oh hermana mia ven
Tu mirada tiene olor de piedra verde
Asistida por las ruedas del ojo
Pero hay dos senos poblados de vacio
Que me miran
Y sus labios pronto crean pétalos
De paladar negro
negro y negro
y con cruces gigantes
y negras
como la sombra de la tierra habitada de túneles.
Mi infancia es una cruz redonda
Que crece y crece en un solar de peces
Y casas deshabitadas
Pero con sal tremolando en las esquinas
Y con el hambre que barrunta eternidad
Y tazas de cráneos
Y cielos y ojos sobrecogidos de cuervos
Y marcos infinitos de algas
Con amplios dias y estatuas
Llorando al borde del pelo obsesionado.
Mi infancia fue de huesos
Y danzas con la muerte
Y danzas de árboles
Y de piedras y de rios subiendo
Secos frios por el rostro.
Oh marioneta querida
Hermana mia
Qué secas son las grietas de mi pecho
Y de tu voz ardida de relojes
qué intensas las alturas de la mano
qué rápidas las hojas
qué profundos los ojos del viento
qué graves las aguas postradas en la boca del canto.


MIGUEL ARTECHE/ EL AGUA

A media noche desperté.
Toda la casa navegaba.
Era la lluvia con la lluvia
de la postrera madrugada.

Toda la casa era silencio,
y eran silencio las montañas
de aquella noche. No se oía
sino caer el agua.

Me vi despierto a medianoche
buscando a tientas la ventana;
pero en la casa y sobre el mundo
no había hermanos, madre, nada.

Y hacia el espacio oscuro y frío
y frío el barco caminaba
conmigo. ¿Quién movía
todas las velas solitarias?

Nadie me dijo que saliera.
Nadie me dijo que me entrara,
y adentro, adentro de mí mismo
me retiré: toda la casa.

Me vio en el tiempo que yo fui,
y en el seré la vi lejana,
y ya no pude reclinar
mi juventud sobre la almohada.

A medianoche busqué
mientras la casa navegaba.
Y sobre el mundo no se oyó
sino caer el agua.

MANUEL FRANCISCO MESA SECO/ A UN FALUCHO

Duende de la luz, desde tu bosque oscuro,
por martillos y cantos germinados,
enciendes de nostalgias el pasado
e inciensas con tu vela el cielo puro.

Montando el mar con ademán seguro
y en el jardín del viento encaminado,
creces albatros, blando, enamorado,
y no olvidas que fuiste roble duro.

Como un faro que vence las distancias,
cargando con los puntos cardinales
te vas falucho prolongando el río.

Y mirando tu estampa de fragancia,
como un astro en los mustios ventanales,
sopla en mi sueño el solitario frìo.


CLAUDIO SOLAR / HOMBRE EN EL AUTOBÙS

Ahì vas con una caja para tu hambre
y ninguna caja para tus sueños.
Hombre-caja que vives en una caja.
La caja del microbùs.
La caja de la poblaciòn callampa.
De tu edificio de departamentos.
La caja de tu almacèn,
tu oficina donde refugias
tus fracasos conyugales.
Para que, finalmente, te entierren
en una caja.
Y tu mundo enorme, ancho y azul
sòlo haya tenido dos metros de largo.

CARLOS RUIZ ZALDIVAR/ EL ESPANTAPÀJAROS

Justo en medio del camino,
como un campesino raro
cuidando las sementeras está
el gris espantapájaros

Mediero de soledades, vigía de
un verde barco

La proa toda de malva, toda de
espiga al casco

Toca el viento de la tarde su
arboladura de palo

y son dos cauces en cruz el asombro
de sus brazos

qué pena habrá de sentir! De
ver madurar los campos

de ver crecer las mariposas y
no cogerlas con sus manos

como le cuelga la noche del sombrero
viejo y gacho
y se le sube la pena por los pliegues de los trapos

iAy! Como la luna blanca que le acaricia el refajo
es una espuela de plata para su sueño de huaso

la noche de los trigales le viene
a dejar su canto

con un vibrar de borbonas
y cueca de punta y taco

una estrella le desciende en
un galope de astros y se le prende al ojal para brillar como un faro

El coro de los queltehues le insultan desde lo alto

cuando le cae lluvia le
estampa besos de barro

y él permanece inmóvil y se bebe a sorbos largos el agua que al aclarar
le deja un olor a campo

Ayer estuvo de fiesta el chambergo, le cambiaron
el jubón por otro más nuevo y largo

Viejo raído fantoche crucificado como dibujas
las sombras de tu perfil de espantajo

También yo, por los potreros de la vida estoy clavado
y me enciende la ilusión un anhelo de topacio

Soy títere de esperanzas que con el gesto estatuario
se le durmió el corazón bañado de luna y canto.



MARINO MUÑOZ LAGOS/ BAR COSMOPOLITA

Arribamos al mesón como un barco
se acomoda a los muelles.

El bar respira el humo azul
de numerosos tabacos distintos
y apenas alcanzamos a distinguir
los gestos de la cantinera.

Se habla de largos viajes
y los parroquianos más ebrios
se miran en los fantasmas que surgen
de los espejos trizados.

De improviso se abre una puerta
al golpe del viento
y todos nos vemos navegando
en un mar de tinieblas
rumbo a la embriaguez más espantosa.

EDILBERTO DOMARCHI/ ELLA VOLVIA CONVERTIDA EN NIEBLA

Después que fuimos a dejarte
a aquella casa de donde no se vuelve,
te dedicaste Carmen Luz a guardar
mis retratos en tus cabellos negros;
la mesa está puesta me decías
y se esculpía ardiente tu risa de cristal
como un viento de rostro en la ventana.

Desnudos cual pájaros sin tiempo
conversábamos hasta la llegada del alba,
tomaba tus anillos, tus besos y tu piel
y entre tus mimos alegres te alejabas
mientras yo preparaba las tostadas y el té.

A veces introducía mi cuerpo en el reloj mural
y me dormía esperándose en el péndulo viajero.

También de noche cantábamos endechas
cuando volvías por la ribera de la alcoba
convertida en niebla y era tu mano
fabuloso premio de uva rosada en el desierto.

El rondín escuchaba
el tintineo de las copas
y cada día al verme
me decía misterioso:
la joven señora aún descansa
en el fondo de la estancia.

DAVID VALJALO/ LA NOCHE AMPLIA

Durante el saber y el crecer hacia ti,
como río, como hombre,
como saber que se crece,
nadie decía nada.
Nadie.

Como calma de piedra que de pronto se sabe.
Como hueso que cabe en la memoria
y su herencia que crece cada día
recibiendo mi edad, estaba solo y era
como un árbol que medita en el horizonte.

LUIS DROGUETT ALFARO/ AUGURIO

Graznando estàn los cuervos en los encinares de Aranjuez; ay,
picoteando estàn el crepùsculo, desangràndolo.

Y aùn asì los viajeros somos portadores de tu imagen nunca entenebrecida, rio Tajo.

Somos los encandilados por la luz de tus jardines en Otoño: què
soledad de estatuas-angeles, ninfas de màrmol llovido- y
cuàntas hojas para tu silencio, rìo Tajo.

Y arriba como un sueño del Bosco, planeando estàn los
cuervos en los encinares en pùrpura.

Y algùn disparo lejano. Y la vecindad de los toros en los
caminos. Y los soldados esperanzados de fusilar allì a la muerte en la
madrugada.

Y allà, soñàndose en el siglo XVI, recogido, transfigurando
hijas en peces, el rio Tajo. Bogando van las estatuas del jardin
por sus aguas. Huyen los pàjaros.

Y el verde se ennegrece en Aranjuez.

EULOGIO JOEL/ POR DENTRO DE LA NOCHE

Cuando las primeras rafàgas de luz
ahuyentan las sombras de la noche y
empiezan a abrirle los pàrpados al dìa,
se muere mi voz. Y vacio, sin alma, como
un autòmata enmohecido, regreso a mi cuarto.

Vacìo como esos carros de frutas silvestres
que vuelven a la quietud del campo despuès de
dejar su carga de jugo en la boca de los niños.

Entonces,yo que ya he entregado mi
cosecha de palabras, me encuentro con el
dìa en medio de la calle,¡y què ganas
de dan de llorar!

Llorar como un niño que extraviò
su camino.

ANTONIO CAMPAÑA / EL ADONIS TATUADO

Ahora deseas la luz debajo de la sombra,
una isla en tu pelo donde habite la angustia,
deseas el corazòn del lamento hundido en el mar,
sus impasibles sesos de plata indomable,
sus caballos de mùsica, sin pie, por el aire,
y odias la madera que sòlo llora en el verde.
Ahora deseas tu aventura como un clamor antiguo,
las sienes llenas de rostros que se pierden
y sufres hasta tocar la muerte por dentro,
subiendo por el terror en que gritan los destinos,
deseas sobre la razòn esa aurora extraviada
porque hoy todo debe nacer del fondo de la tierra.

Pero allà, allà sòlo el pàjaro sabe,
cada vez màs caido en su azar silencioso,
que el amor junta espigas para salvar difuntos,
para hallar esa flor vestida por vèrtigoss alados,
sabe que la voz clama por un grito huyendo sin salida,
como una carne tibia por recientes caricias,
sabe que dormir en una estrella es doblegar la muerte,
tal un sonido triste que toca el aire y lo quiebra,
y que besar el alma es bailar en el miedo,
allà sòlo el pàjaro sabe de un pais de prodigio,
allà donde la eternidad llora debajo de la noche
y cada dia rompe el secreto de una almohada.

Hermano, estoy terminando de huirme, solitario,
porque hay un muerto apareciendo en el juego implacable,
ese mismo que tiene el alba cercada por la bruma
cuando la vida abandona los ojos para seguir un llanto,
hermano ven, golpea esta sombra inùtil,
salta sobre estos hilos colgados de una llama.
ven como làmpara o mirada que turba,
igual que una nube loca por el fuego,
ven y dime si hay piel que resista la ternura,
si esa agua subiendo por tus sienes de arena,
si esa ceniza inmensa labrada por el viento
mantiene tu razòn de vivo triste y demasiado solo.

Vamos, el agua tiene sombras para cerrar el sueño,
labios de metal hùmedo, dedos de piel culpable,
la noche pasa y agoniza la fàbula,
los ojos andan siempre cerca del viento,
ofrece tu muerte y canta que el amor es el vino,
vamos hasta tocar el grito como un rìo naciente,
todos estàn desnudos tendidos en el alba,
buscando alas heridas en el corazòn de la piedra,
vamos hasta quedar parados en el silencio,
hasta que el alma encuentre su deleite escondido,
y trae, hermano mio, esa aurora azotada,
cuando el terror comienza a dormir en la garganta.

domingo, 30 de diciembre de 2012

JORGE CÀCERES/ NUBE PÙBLICA

El ombligo espera un saludo
De pequeños follajes de la Opera
Cuando
En el pasaje de la Beresina
Yo recordé una capa de fuego de paja
Bajo la tela negra
Tú ibas hacia las olas
Caminando en la punta de los dedos
Cerca de Versailles
Al lado de un árbol de timoneros de alondras
René Brouiller pasó ha pasado sin sombrero
Besar a la ondina del rostro de mi noche
El perro que conoce mis cabellos de cuero
Ya no fumaba
Entonces el desconocido
Besó su revólver
Y me condujo
Por entre las lámparas de cabellera de ónix.

VALERIA DE PAULO/ EL PIANO DEL SALÒN

Ese viejo piano que ya nadie toca
es solo un fantasma de lo que fue ayer.
Grotesco despojo, que en la estancia evoca
la pálida imagen de alguna mujer.

Armazón de cuerdas… ¡Inútil!... Roída
por el gris silencio de su inanición.
¡Eres un sarcasmo de tu propia vida
lúgubre esqueleto del viejo salón!


Cuando yo te miro, siento que en mí pesa
parte de esa enorme e infernal tristeza
que el tiempo, en tus ojos sin color, pintó…


Y mientras estrujo mi filosofía,
siento que algo llora en el alma mía,
como si tu pena la llevara yo…”

CARMEN LYS/ MARIPOSA DE ANSIAS

Yo tengo sueños
de pura fantasía,
de reflejos extraños
que buscan armonía.


Yo tengo un gran deseo
de entregarme al destino
y darte un beso ateo,
enorme desatino.


Yo tengo de repente
mis ojos y mi boca
clavados dulcemente
en ti… ¿estaré loca?


Yo tengo mariposas
de brazos majestuosos
y sombras vaporosas
de amores misteriosos.

RITA WALKER/ IV

Un velo leve como una neblina; el ala impalpable del olor más suave; la livianura de una pluma al vuelo; el roce del pétalo más delgado; la delicadeza del rocío sobre los párpados; el vapor matinal en la colina; la fragilidad de la burbuja más rápida; el tacto de una antena en una flor; la vida tenue de una libélula; el peso de un reflejo; el aire febril de los sueños. Y tus dedos despertando los nervios más finos de mi cuerpo.

EDUARDO LECOURT MELLA/ PAISAJE

Exprimido en los riscos de pertinacia dura
como una vena rota fluye el río allá abajo
y la quebrada muda, en una paz oscura
se interna hasta muy lejos, como un enorme tajo.

En la vega caldeada por el sol y en los tálamos
de todos los arroyos, mil rezongos furtivos;
y en una herida de agua, lejos, dos negros álamos
como dos compañeros que marchan pensativos.

Abajo un gran peñasco como calva curiosa
asomada al constante pasar del caminito;
y arriba la amplia frente nacarada y rugosa
de una montaña que alza su oración de granito.

En la cumbre, cansada reposa la nevera,
allá se desenvuelve o se contrae acá;
mas siempre con el dejo de una ansiedad severa
contempla al río como algo que se le va…”

AURELIO PINOCHET ALVIS/ NOVENA SINFONIA

Espíritu de Dios, voz de infinito,
Acento que estremece una montaña,
Agudo, inmenso, pavoroso grito
Que hiere el alma, pero no la daña.


Es luz y sombra, es arrebato y calma,
Y lágrimas y locura y embeleso;
Es todo cuanto nos transporta el alma!
Dolor, placer, perfume, ala y beso...


Beethoven en las notas de ese canto
Llora por ti, por mí... Hermoso tema
Hacer un Himno del dolor y el llanto!


Gimió con los de ayer con alma hermana
Y en su inmortal y trágico poema,
Llora con los de hoy y de mañana!

RAÙL CUEVAS/ GALOPE

De escarcha es el potro del alba
de escarcha y de lágrimas.
Subida a su frente la Osa Mayor
centellea.

Caído a los pozos su belfo de plata
se bebe la luna tan blanca…
Galopa sin brida o relincho
galopa a la orilla de mi alma.


Se aroma su pecho de flores nocturnas
el mar se ondula en sus crines heroicas.
Subida a su frente la Osa Mayor
centellea.

Corcel con herraje de estrella
tendido en el sueño el hombre te aguarde,
galopa tu casco luciente
a la busca de la isla de pájaros de oro.


Aljaba tendida sin norte
cercana a los ojos de ella, tan triste
de ella, tan dulce,
no osarás herirlos…

Galopa a la orilla de mi alma
galopa sin freno el potro de escarcha

JUAN DE ARMAZA/ EL ÀLAMO

Rectilíneo
en busca de los cielos
es un grito del potrero fecundo.
Tembloroso el follaje se entrega
a la errante caricia de los vientos.
Si es sombra, sombra tenue, movediza
telaraña de sombras sobre el suelo quemante.
Artista, al toque del dolor desprende el dorado
atavío de las hojas. Sereno muere, y al entrar
cada invierno, ve podrirse en los charcos su
alfombra amarillenta.
Siempre lejano,
él es el horizonte.

DARIO CAVADA/ TRES AMORES

De mi alma llevo en el fondo
tres hermosísimas flores
que a toda mirada escondo
avaro de sus colores.



La primera floreció
más blanca si que un armiño
fue la que más amé yo,
era yo entonces muy niño.



La segunda roja era,
tardó más en florecer,
pues fue la ilusión primera
quien me la hizo querer.



Delicada como un tul,
después brotó la tercera
hay en su corola azul
una poesía entera.”

MARDOQUEO PANTOJA/ EL POETA

La noche, más doliente que un lamento,
preludiaba en sus mágicos rumores
un himno de armonías y colores
en la tierra, en el mar y el firmamento.


Sollozaba la música del viento
un adagio tristísimo de amores
y un poeta lloraba sus dolores
en estrofas de loco sufrimiento.



Derramando un lágrima importuna,
le cuenta sus pesares a la luna
y ella le manda un ósculo de luz.



Exhalando sus quejas peregrinas
¡ay ostenta en la frente las espinas
y en la espalda la sombra de una cruz!”

JULIO KLOQUES CAMPOS/ TALCA PARIS Y LONDRES

Gran metrópolis suntuosa
que genio y nobleza abarca,
es para nuestros talquino
la ufana y célebre Talca;

vieja ciudad, que afanosa
de repetir jamás cesa
que en importancia, y progreso
París atrás no la deja.

Y agregar suele, soberbia:
esto, lector: -¡no te asombres!
que a la vanguardia del mundo
van Talca, París y Londres.”

EFRAIN VÀSQUEZ JARA/ RELIQUIA

Conservo como joya delicada
de mi padre el bastón.
En mi cuarto de estudio, al lado mío,
allí lo tengo yo.

Y en las noches sombrías, cuando arroja
su tenue luz mi lámpara,
he visto la figura de mi padre
al báculo apoyada.

ANTONIO ORREGO BARROS/ EL AMOR

El amor asemeja a aquel estero
que, alegre y voncinglero,
se despeña de la alta cordillera:

en la pureza de las nieves nace,
su rauda y abundosa cabellera,
y de peña en peñón saltando, crece.

Su alud desaparece
en el verde gramal de la montaña.
Ya dilatado baña

el prado con sus mieses y verdores,
ya va regando flores
su linfa transparente,

ya apenas se desliza mansamente;
y ahondando, ahondando sin cesar su seno,

es más tranquilo cuando es más profundo
es más profundo cuando es más sereno”.

AMBROSIO MONTT Y MONTT/ POLVOS DEL CAMINO

Bien sé que al final todo se olvida
Y que nada en el mundo es permanente
Y que el hombre al morir hunde su frente
En la noche sin fin, desconocida.


Por eso, del camino de la vida
Empezando a bajar por la pendiente,
Los afanes sacudo de mi mente
En polvo quizá pronto convertida.


¿La gloria mundanal? –¡Vana quimera!
¿Ambición de poder? –¡Ensueño insano!
¿Fortuna? –¡Del hastío mensajera!

¡Pues, mal que pese al esplendor humano
A su paso no deja ni siquiera
La estela del bajel en el Océano!”

CIRIACO BARRIOS/ SONETO

Fría mañana del invierno crudo,
de la aldea, en el alto campanario,
tétrico el reloj vibra, funerario,
dando a la gris aurora su saludo.


Desde su pobre hogar labriego rudo
ve los copos formar blanco sudario,
y cavilando en el sustento diario,
piensa en sus hijos y parece un mudo.


Oh! Dice al fin, Maldito sea el invierno
que al indigente con crueldad asedia
por si aún es poco su sufrir eterno.


Y un opulento, en su balcón exclama,
feliz e indiferente a la tragedia:
¡Cuán hermoso es el blanco panorama!”

JORGE ONFRAY/ COMIENZA EL SOLILOQUIO

El corazòn
finalmente se descubre en la sed de su propio verano.
De si
se aparta el corazòn y se contempla.
Sabe
èl sabe que ya es tarde:
a los seres que, huyèndolo, aùn lo habitan
èl ya no habla
ni siquiera hablando està de los seres.
No han huido pero estàn huyendo.
que es peor, y èl no los cree ratas siquiera,
que mejor seria, ni sièntese
siquiera barco en zozobra.
Habla de sì.
Es un poco imposible, mas haablaria si pudiese
de corazòn.

FERNANDO GONZÀLEZ URIZAR/ QUÈ SOMOS DIOS QUÈ SOMOS

Qué somos, Dios, qué somos sino polvo y silencio,
nube de ciegos pájaros en busca del verano,
ríos que solitarios se pierden en la muerte,
podredumbre feliz, belleza desdichada.

Qué somos sino anillos de tu ancestro invisible,
torpeza en desmesura y volutas de gracia,
párpados de unos ojos que vieron tu relámpago
surgir de la profunda materia ensimismada.

Qué somos sino pasto de ruinas, humo, rosas,
hojas que se desprenden ya secas de tu rama,
ardientes candelabros de la noche secreta,
piedras que ruedan, caen cantando hacia la nada.

Qué somos sino espumas de un mar impredecible,
sonidos de tu viento, semillas de tus astros,
destellos de la gema radiante de tu sello,
fina arena mortal vaciándose anhelante.

Qué somos, Dios, qué somos sino formas de un sueño,
nostalgia de unas horas, soledad angustiada,
pasión de ser eternos como en el paraíso
y cenizas y duelos y sombras y palabras.

ERNESTO MURILLO/ SALAR, NÙMERO XVIII

Como el aro de luz de la añañuca,
como el duro coiròn de espesas uñas.
Como la camanchaca
de sonoras espinas congeladas.
Semilla alerta de una cal perdida
entre la mordedura de los cerros,
bajo la nada y el fondo de la nada,
asoma el cateador.
Tostado sabio del desierto inmenso,
amo de grandes dias sin deslindes,
carne sin bastimento. hermano
del corazòn del frìo.

Estudia el revès de los peñascos,
practica soledad y bebe sombra,
huele la trascendencia de las grietas,
la historia sustancial de los colores.

Paso a paso
Paso a paso midiendo y soslayando.
Paso a paso quebrando los misterios
por el solo placer de derrotarlos.

Jardinero de sal, pastor de arenas,
este cuartel es tuyo: Nadie te lo arrebata.
La tierra y sus fulgores te defienden.
¡Un trago de metal a tu salud
para que vivas siempre!.

EMILIO OVIEDO/ HABITANTE EN EL TIEMPO (FRAGMENTO)

Yo soy el habitante en el tiempo,
el que canta,
el que levanta sus sueños
como puños cerrados.

El que vaga en el viento,
arrastrado y llevadi por el viento del tiempo
el que a veces alarga y empona su estatura
para mirar las cosas desde un punto celeste.

Y el que a veces desciende largamente en la noche
largamente hacia abajo, sin tregua hacia la noche
como una piedra ciega, como un pàjaro muerto,
hasta lo màs oscuro,
hasta la entraña misma de la sombra.

De alli vuelvo a salir como una estrella pura,
como una ola blanca, como una luz amiga
para encontrar de nuevo la presencia del viento,
el abrazo del tiempo, el canto de la vida.

Y asi voy existiendo:
prolongando mi nombre,
perpetuando mis sueños,
repitiendo mi sangre,
comiendo y repartiendo el pan de cada dìa.

ARMANDO SOLARI/ NADIE ELIGE LA FORMA...

Nadie elige la forma. Ella me viene
de cantar y cantar, ay, sin sentido.
Mas ¿què campana vegetal mantiene
este pulso de grillo a mi latido?

Nadie toque mi alma, se sostiene
por un hilo de aroma que verdece,
¿Mas de què savia o manantial proviene
esta sustancia de àrbol que me crece?

¿Y esta mano de bosque y de yerbera?
¿Y este siempre fluir de primavera
por mi cayado que retoña y vibra?

¡Ah, mi alma, por las hojas canta y canta!
!Què alegria nacer de tierra y fibra,
con un grillo escondido en la garganta!

JOSÈ MIGUEL VICUÑA/ CANTO A LA MUERTE

Juventud intocada, pradera siempre viva,
ideal nacimiento, la muerte en forma pura.
La muerte con su canto
melancólica nace cada día a la muerte
y se enfrenta en el grado de sí misma a sí misma
en el sin fin sin fondo de un infinito espejo,
de este lado o del otro, siempre igual repitiéndose,
y se enfrenta en la noche de sí misma en la rueda
de su eterno engranaje soterrado que canta.

¿Quién es vida, la muerte, los instantes que fueron, lo olvidado?
¿O es el no tiempo, el más allá, lo no vivido?
Lejos, la muerte alienta la invencible gangrena
tras el remordimiento de las yemas floridas;
lejos, la muerte tiene misteriosas poleas,
cadenas, losas húmedas con argollas de herrumbre,
y deja bajo el polvo sangrantes las diademas
de sol, de lento fuego, de tiempo sumergido.

Lejos, la muerte tiene
un nido de engranajes y ruedas soterradas,
y sordamente canta
y aterra con su ausente presencia a los dormidos.

Pero está en mí la muerte,
es aquí donde siento su dulce fechoría,
roer en mis entrañas ponzoñosa materia
caer en mis andenes solitaria la vida
como una transeúnte enajenada y sola.
Es un ala de musgo que me besa la cara,
cristales de crepúsculo de venenoso néctar,
un grito en la ribera, oh muerte enamorada.

Todos mis desprendidos follajes y plumajes,
todas mis dudas, lágrimas, pensamientos perdidos,
han venido llenándote mi voz, e integrándote.
Sí, soy yo, yo mi muerte, combustión invisible
que crece de mis muertes de cada instante adentro.

Eres alba de vida y eres solo la muerte,
sólo música muerte danzarina en la piedra,
muerte alada que alarga sus alas en la nada,
imperceptible muerte que nos conquista ciega.

Ah, muerte, muerte mía, no me dejes, atiéndeme;
acércame al oído las primeras canciones,
muéstrame las visiones de la instancia perdida
y envuélveme en tu aliento sidéreo y tus rosales.

CARLOS DE ROKHA/ CASCADA DE COPA

Escribid mi nombre en el libro de la noche
Donde yo anuncio la venida de un océano más negro
A la caída de los pájaros que han perdido sus alas
Sobre los follajes en que sangra el sol.

Es preciso saber sonreír a cualquier precio
Ser el paseante de un bosque de árboles negros y blancos.
Las araucarias puede servirnos de puentes levadizos
O de lo contrario todo estaría perdido
Al borde de un espejo sin fondo
Donde un gran pájaro de nieve imita las cascadas.

Decidme
Dónde hay una reina que devore el corazón del prisionero.

Decidme
Cuántos ángeles pueden nadar en una gota de agua.

ANTONIO ROCCO DEL CAMPO/ MAÑANA...

Temblando deshago el pasado entre mis manos,
y, sin abrir los labios, lloro tribulaciones.
¿el futuro? ¿despuès?...(¡Oh festìn de gusanos!...)
Alzo mi corazòn como un càliz desnudo,
y mi cantar disperso hacia los cuatro vientos.
(Mañana este labio seco estarà mudo).
Y no tendrè futuro, ni presente, ni ayer...
En los jardines de la muerte serè olvido.
(Y no veràn mis ojos crepùsculos arder).
Mañana serè solo, pàlida rememembranza,
largo clamor de alas, disuelto en el universo.
(¡Algo que mi vencida voz a decir no alcanza)




ANTONIO DE RIU/ RECADO PARA ELLA

Acaso el ala de mi verso roce,
en el inquieto anhelo de saberte
realidad pura, no intangible imagen,
¡oh! Amada, el claro aliento de tu vida,
con el cercano pensamiento mio:
sutil, fino y constante en tus alcores
sin forma, nombre ni sentido exactos..

Y cuando el ala de mi idea trémula,
inunde tu figura así elegida
en discreta penumbra de silencio...
(Oh, amada en lejanía, imagen pura!)
recuerda que hay un alma que te espera
traspasada de amor, en cada aurora,
para darte la ansiada bienvenida.

LUIS OYARZÙN/ OLVIDO

Perdí ya el goce del dolor que dieras,
perdí tu tempestad, gané el olvido.
Aquel vuelo afiebrado halló su nido
y no me importa ya que no me quieras.
Viví con el terror de que te fueras,
ahora ya no sé si al fin te has ido.
Si nunca te gané, que te he perdido
sé con seguridad. Ya no hay esperas.
La cuerda tensa sin pensar se corta
y la abeja volando se fatiga.

WASHINGTON ESPEJO/ ¡IGNORANCIA!

¡Oh,feliz ignorancia que todo lo sabias;
del cielo, de los astros, y de todas las cosas;
de la vida y la muerte, y un "màs allà" tenìas
para los que encontraron màs espinas que rosas!

Inocente y tranquila, las noches y los dìas
te vieron en un lento rodar de horas dichosas:
cuatro o cinco verdades...ilusiones vacias
de toda estèril ciencia...pero ¡cùan luminosas!

Hoy no quedan misterios... ¿quièn no lo sabe todo?
Creencias, fantasias... una a una rodaron,
y la sima confunde la nieve con el lodo.

Mezclas de odio y deseo; tal asi nos dejaron,
Despiertos en la sombra para errar de otro modo...
!Y era tan dulce el sueño! ¿por què nos despertaron?

MANUEL LAGOS DEL SOLAR/ CARTA A LA ALDEA

Te escribo desde las nieves y en la estaciòn del otoño,
¡ay la mi aldea perdida!...
aquellà en la que el abuelo sembrò su frente celeste,
y en la que la voz del padre hacìa brotar el dìa.
!Cuàntas veces, cuàntas veces
se me fue la noche adentro de las errantes pupilas,
persiguendo el sauce añejo y las murallas en ruinas,
y el corazòn de diez años, y las tardes amarillas!

!Ay la mi aldea perdida,
y què corazòn tan grande para tan pequeña vida!
En la estaciòn del otoño
voy sumando estrella y cardo, las sienes atardecidas.
Romero de mil caminos, lo di todo, lo di todo!
y en la estaciòn del otoño, tengo las manos vacìas...
!Ay que corazòn tan grande`para tan pequeña vida!
Y en estas, mis soledades, yo quiero tener conmigo
tu mirada campesina,
tu verde arroyo de àlamos, y tus senderos de pàjaros;
el corazòn de diez años, y las canciones perdidas;
tu manta de sol y tierra, y tus campanas dormidas...
Dame tu sonrisa verde,
la voz morena del padre y tu luna màs antigua,
Aldea, mi vieja aldea: dàmelos, que yo no quiero
en estas, mis soledades,
y en la estaciòn del otoño, tener las manos vacìas...

ANDRÈS SILVA HUMERES/ EL SUICIDA

El suicida, de rostro enflaquecido
y cuidadosamente rasurado,
parecia en su lecho, amortajado,
màs que un cadàver, un pierrot dormido.

Ni una carta dejò, desprevenido
no dejò ni un desorden a su lado;
se fue como un viajero improvisado
en el primer expreso del olvido.

Pero a pesar de todas sus premuras,
sobre un retrato de mujer divina
dejò un mundo de negras conjeturas,
poniendo al margen de la cartulina,

con dos admiraciones inseguras,
esta sola palabra: ¡Mesalina!

MARIO FERRERO/ METAMORFOSIS

Llegabas como un hilo de seda caìdo en las alfombras
y sin que nadie lo advirtiera
comenzabas a arder de un extremo a otro del bosque.
Y se te llenaba de resinas el jugo de la lengua,
la lengua de la piel como un làtigo sacro
lanzado a unos corceles invisibles,
a un mar de oleaje pùrpura que nadie conocia.

Llegabas con tu paso de presencia inaùdita,
con ese aire de almohadas y palomas
que te hacia lejana como un cisne olvidado.
Y te ibas en la noche despidiendo fulgores
envuelta en una nube de metales ardientes,
el alma aprisionada por los nudos del sexo
y el sexo como un àrbol furiosamente obscuro
que arrojaba sus frutos contra la tempestad.

Amabas aquel fuego violento de las manos,
el fuego de las bocas como antiguas catedrales sedientas.
Amabas esa llama que secaba una a una
las vertientes del ser
y extinguia los peces de olivo de la sangre,
amabas esos tiernos animales que huyen hacia el mar
cuando golpean en sus lomos las ramas del incendio.

Tù eras el incendio, la furia del diamante
que traìan las flechas en el aire salino,
la lujuria del sol que cambiaba de pètalos,
el gran espejo de oro
donde bajaban a beber los pàjaros silvestres.

Te recuerdo los martes, cuando todos se han ido
y me sobran cerezos en la rama del mal.

sábado, 29 de diciembre de 2012

VICTOR CASTRO/ GRISELDA

Tu verde corazòn, tu flor perdida
tu escalera sutil, tu firmamento,
ese tallo que nace de tuse senos.
oh, Griselda, perdida en otra nube.

Disuelto jazmin que en la madera
rompiò sus carabelas,que sus ojos
en el limite inconstante sacudieron
esa gota codiciada por la llama.

y tu enigma de còlera celeste,
y tu mar desbocado en tu mejilla,
y ese leve calor que a tus cabellos
ha subido como a triste paraiso.

Plumaje de cristal ya tan dormido,
pensativa en el musgo del secreto.
Griselda en el espacio de la luna,
tan insomne, tan amarga, ya temblando.

Respiraba tu dalia, respiraba
el laurel que en tu sangre se disuelve.
¿Lloverà sobre esta luz, tan sin olvido,
donde deja Griselda los otoños?.

JULIO MONCADA/ POEMA IV

Pues habrè de morirme alguna vez.
Morir de simple muerte. De morirme,
como otros viven sin saber por què.

Morirme todo lento, todo frìo,
con una mano inmòvil y sin pie
con que buscar la poel de mi camino.

Morirme de morirme sin despuès.
Dar una vuelta al cierro de mi sino
y quedarme acostado de travès.
No sè en què lecho, ni siquiera en què
puentes donde cuelge su ropaje el frìo.
Pues habrè de morirme alguna vez.

CARLOS SANDER/ CANTO INMÒVIL

Vienes radiante de los hondos lagos
y tu ancha puerta se abre hacia el ocaso;
presiento tus silencios vesperales
en las pupilas de mi denso mundo.

He oido tu voz y la sè suave,
he mirado tus ojos y los siento
junto a la rueca de mi gris camino.
Eres la flor surgida entre los trigos
y el manantial que ruega en la alborada.
Ardes de soles y pampas anchas
y en tu cuerpo se originan sinfonias
de tiempos misteriosos y lejanos.

Fui màs silente que los dìas pròfugos,
en mi se organizaban los dolores,
por mi cuerpo subian los corales
haciendo metal recio de mis voces.

No me tendràs junto al jardin inmòvil
que preside tus sueños de infinito,
pero cuando los astros màs lejanos
besen las pàginas de tu cabellera,
me sentiràs como un murmullo lento
o como un ruido de aguas campesinas.

ALFONSO GOMEZ LIBANO/ TACITURNO SOMBRERO DE NEBLINA

Solucionando,
viendo y murmurando
lo que suelo abarcar en mis miradas,
solo y junto a la espera de unos pasos
temblorosos,
yo, aquí,
con mi negro sombrero ciudadano,
con mi boca roida de malezas
y esta andar ya doblado de cansancio,
permanezco absoluto,
indefinido,
sin tratar de abatir interiormente
este hueco maldito que circulo
y desvela de pronto mi destierro.

Yo no sé como pude alcanzar esta tiniebla,
cómo pude girar y remontarme,
no espantar mi desidia,
contemplar a mi asombro primero,
sigiloso,
y rodar desde mi leve oscilacion
desvencijada,
hasta dar en el diario rumiar de tanta cosa
que me hastia.

Y yo aquí,
en la torpe quietud de los que saben
los que esperan,
con mi duro perfil apasionado por lo nuevo,
me diluyo al rumor de lo yacente;
y este viejo sombrero de neblina
es el muro que nace entre la oscura,
taciturna tristeza del olvido.

JOAQUIN FABRES AHUMADA/ ANHELO

Vivir como en los tiempos medioevales
de la capa, la espada y el chapero,
y correr los albures de Romeo
en sus noches galantes y triunfales.

Escribir encendidos madrigales,
y en un lance nocturno, por trofeo,
en un ansia mortal, hacerse reo
de los siete pecados capitales.

Aventura de amor, tras aventura
alternando la pluma con la espada,
arrancar a las musas en secreto.

Y una tarde de ensueño y de locura,
poniendo en cada estrofa una estocada,
crucificar la Gloria en un soneto.

MAHFUD MASSIS/ POEMA DE LAS MANOS MUERTAS

Toma mi mano, este hueso que estará un día podrido.
Apriétala, ponla sobre tu corazón mientras dura la noche.
Con ella escribo esta estrofa muerta,
reviento una mariposa cada mañana.
Con ella te digo adiós, pájaro viejo.
Mira mis manos.
Sólo así comprenderás mi tristeza.
Si te rompieran el corazón, si te comieran el cerebro,
tendrías estas mismas manos coronadas de aire invisible, de pámpanos muertos.
Con ellas beberías la sopa enlutada del invierno,
rodeado de escarabajos y de hijos.
Perro nuestro que estás en los cielos, ¡defiéndeme estas manos!
Que no se cubran de gusanos sino en la hora
en que los hurones levantan sus patas al tardecer,
Y otras manos escriban:“fue un extraño salvaje en la tierra”.
Encontrarás mi mano sobre el velador alguna noche, rodeada de carbón,
incapaz de abrazar tu cintura,
agarrando la sombra, el tabaco del cigarro funeral en el viento.
En mi rostro -despiadado y distante- hallarás sólo una pagoda de hueso,
el resto de una verdad enterrada.


RUBÈN AZÒCAR/ LA PUERTA

Puerta ruinosa. puerta obscura,
eres como mi madre,
que me abria los brazos cada vez que volvia.

Yo recuerdo que cuando se la llevaron muerta
abriste las dos alas,
como un pàjaro triste que se va de la jaula.

El camino en silencio
se tendiò como un perro
frente a la antigua reja.

A veces se me ocurre
Me siento en tus umbrales,
como sobre una falda
y me pongo a llorar para que me consueles.

Puerta ruinosa y triste,
tienes las alas negras, y los ojos obscuros,
y el alma hecha pedazos.

Apriètate a mi cuerpo en un abrazo,
como hacia mi madre
para que no me fuera.

RODRIGO AMAURO/ EL ÀLAMO

En las hojas crepita y bulle el àlamo,
de pie batiendo el dia en su alto enjambre.
En la espuma sonante de las frondas
su cuerpo elàstico alza las distancias.
Arpa de la luna, hoguera del viento,
tremolante vigìa en los sembrados,
alegre manantial de los rumores.

El pecho de la loica vocinglera
que poncela de rojo el campo seco,
severo de negrura el tordo en vuelo,
el zirzal t los pàjaros humildes
en su entraña le llevan una rama
de quintral que germina mientras cantan,
cuando el viento cansado lo desnuda.

El pie rugoso descubre su raigambre
de retorcidos nudos que se extienden
sobre la soleada ruta agraria
que espuela las distancias en silencio;
sobre el manto de polvo de la ojota
que ya tiene un destino como el àrbol
que nace y va muriendo entre sus limites.

Pastor de las estrellas y las nubes
embozado en la sombra de la tarde;
perfil dorado del enjuto otoño,
torso de paz sobre los techos pobres
o deshojado màstil melancòlico,
señor del horizonte, solitario
en todos los caminos surge el àlamo.

viernes, 28 de diciembre de 2012

JORGE JOBET/ LA ÙLTIMA COPA

Pido una copa y bebo sin demostrar angustia,
correctamente sobrio con mi corbata inglesa,
les escribí unas cartas a catorce chilenos,
cuando me las contesten no tendrán respuesta.

En todo caso quiero testimoniar que el agua
no contagia mi vino con sus cepas francesas
mejoradas en Chile con salitre del norte
y en cama varios años con su mejor madera.

Es otro invierno largo, desolado y tortuoso,
cerrando sus cortinas de Santiago el comercio,
paraguas con sus botas protegiendo a u viandante,
lo miro por cristales chorreados por la muerte.

No permito que nadie venga a llorar mi drama,
me ensucie la camisa que me lavé a las nueve,
sólo con mis fantasmas intercambio opiniones,
estoy frente a mi copa dispuesto a defenderla.

Hay otros parroquianos que han pasado a servirse
su vino de las tardes después de los entierros,
botellas cuyo fondo tiene sabor a borra,
también a unos cruceros por mares del Oriente.

Recuerdo que Vicario llegaba con cenizas
y gustaba su vino zumbante con abejas,
sacaba del abrigo con manchones la hojas
y suavemente abría su corazón de greda.

En este mismo sitio me hablaba Nicomedes
de sus grandes proyectos de novelar la tierra,
ponerle con sus ojos de chino en la penumbra
la más hermosa estatua con barro de su pueblo.

Otras veces el vino prendía los cañones
que Teófilo entregaba con soberbio desprecio,
la poesía en armas con su lluvia distante,
eran las dos en punto de una noche en tinieblas.

Me repito la copa de vinagre en Santiago,
en mi mesa la ausencia de González Zenteno.
Pago lo consumido y agrego la propina
Que todos mis amigos me traen mientras llueve.

ANGEL CUSTODIO GONZÀLEZ/ EL DERROTADO

Atrás quedaron los escombros:
humeantes pedazos de tu casa,
veranos incendiados, sangre seca
sobre la que se ceba -último buitre-
el viento.

Tú emprendes viaje hacia adelante, hacia
el tiempo bien llamado porvenir.
Porque ninguna tierra
posees,
porque ninguna patria
es ni será jamás la tuya,
porque en ningún país
puede arraigar tu corazón deshabitado.

Nunca -y es tan sencillo-
podrás abrir una cancela
y decir, nada más: «buen día,
madre».
Aunque efectivamente el día sea bueno,
haya trigo en las eras
y los árboles
extiendan hacia ti sus fatigadas
ramas, ofreciéndote
frutos o sombra para que descanses.

ALTENOR GUERRERO/ RITUAL DE LA SANGRE

Un plato de madera una mañana
La luz sobre el cuchillo.
Silenciosas las manos campesinas
Degollarán la bestia entre los árboles.
Allá, relumbre verde,
El tallo de la espiga se hace estío.
Antiguos esplendores en el bosque.
Hablan de la tierra los hombres.
El pie desnudo como un palo.
Dice el viejo:
"Ahí no más. Clavad."
Ardores ciegos manan de la vena.
El solitario devorado por su muerte.
Finísimo un celaje de culebra.
Hormigas aterradas.
El signo va y viene entre los huesos.
Desnuda la garganta.
Rojo es el color de la vida.
Ríen las mujeres deseadas
Y beben de la sangre.
Es un cuenco de dicha primordial.
El vino, que representa al sol
Distribuye las ansias del amor.

VENANCIO LISBOA/ NOCTURNO

La noche no nos viene desde lo alto
La noche está escondida a ras del suelo;
Adentro de las cavernas y en los sótanos;
Debajo de los muebles y los árboles.
Y cuando el planeta que habitamos
Gira
Cuelgan hacia el cielo los techos de las casas,
Y duermen los caballos suspendidos de sus cascos.
La sombra fluye entonces de esos sitios,
Cae:
Y oscurece el paisaje
Pareciendo que ya es noche cerrada.
Y es sólo el mar que se torna cielo sobre cielo
Que fue dejado abajo;
Y los peces vuélvense pájaros encima del espacio.





VICTOR FRANZANI/ VIDA Y MUERTE

Traigo el costado herido de quererte,
de amarte largamente estoy herido,
por esta honda pasiòn vivo transido,
tu ancho corazòn me tiene inerte.

Estoy ahora en un raudal sumido
¡ah,tormentoso mar de tus entrañas!
sin saber si me animas o me dañas,
en violento oleaje sumergido.

Vaivèn entre la noche y la alborada,
coloquio entre el silencio y el sonido,
amor que es sombra y luz, es todo y nada.

Traigo el costado herido de quererte,
de amarte largamente estoy herido,
!Y si esto es el morir, busco la muerte!

OSCAR JARA AZÒCAR/ DAR

Dar
con la serenidad de las estrellas,
con la discreta gracia de la flor,
con la ardiente vehemencia de la llama,
con todo el corazón.
Dar
sin la encumbrada frente del orgullo,
sin la pupila seca del testigo,
sin la voz de piedad reblandecida,
sin alma vestida de egoísmo.
Dar
en la honda tortura de la duda,
en el pobre camino de la verdad,
en la noche total del abandono,
en la hora sin paz.
Dar ni con ansias de grata recompensa,
ni con el corazón envanecido,
ni esperando en el eco la alabanza,
ni que aunque después de dar, te hayan herido.
Dar
como el río celeste se da en gozo,
como el árbol en fuego y en canción,
como la tierra toda en pan y en oro,
como Dios en amor.

CARLOS POBLETE/ FULGOR DEL HOMBRE

Desnudo estoy, desnudo y mal herido.
Sobre mi corazón rebota el mundo.
Pero mi otoño viene florecido.
Presiento ya su palpitar profundo.
Ando por mis raíces de centella,
buscando deshacer un largo encanto.
La vida es bella, inmunda, pero bella,
inmundamente bella hasta el espanto.

Vivo de pan. Me rasgo las entrañas
para vivir. Mi llanto es mi bebida.
Vivo de luz, de cosas harto extrañas:
de cuidar una rosa, de acariciar la vida.
Espero hallar en mi, la luz del hombre,
rayo y fulgor que crucen mi costado.
El que mire a mi alma no se asombre:
¡en ella estoy como un jazmín airado!

ALBERTO RIED/ EL ANUNCIO

Cae la tarde a mi redor,
las persianas vacilantes
de mis rùsticas ventanas
levemente se han cerrado,
y estoy solo.
Breve golpe me ha anunciado
que hay afuera un visitante;
me incorporo.

-Te esperaba a ti, mujer;
no has llegado, no has llegado...
Abro... en torno
miro; nadie llama, nadie...
Y entran hojas,
y entra, hùmedo y sombrio,
suspirando, el viento frio
del otoño.

AGUSTIN CASTELBLANCO/ CANCION DEL HOMBRE SORDO Y CIEGO

No supe nunca lo que el mar
decia claro en su cantar.
Me he de morir
me he de morir
sin ver el mar.

No haber soñado el arrebol
que daba un tinte tornasol.
Me he de morir
me he de morir
sin ver el sol.

Tinieblas sòlo en derredor.
Jamàs un ritmo o un rumor.
Me he de morir,
¡Me he de morir
sin verte, amor!

SARA HUBNER/ NUNCA

Nunca, nunca otros labios te besarán así;
ni ojos habrá que lloren de amor,como he llorado.
ni manos que,temblando, se acerquen hasta tí,
con la ternura inmesa con que yo me he acercado.
Ni corazón más claro, ni dolor más fecundo,
hallará la arrogancia de tu frente cansada,
ni un decir más sencillo, ni un sentir más profundo,
encontrarás de nuevo en la larga jornada.
Y cuando ya haya muerto, y camines doliente,
evocando un nombre ante cada mujer.
como yo te llamaba, me llamarás ferviente,
¡y ya no podrá ser!

ENRIQUE GOMEZ CORREA/ LA MEMORIA PERMITIDA

Adoro las catástrofes interplanetarias
Las ciudades extrañas
Amenazadas por algas carnívoras
Sus repentinas aniquilaciones
Mientras oigo ese sonido horrible
De la luz que pasa a través del espacio
Y que es puramente la memoria.

Digo esos seres visibles que transitan
Amparados por el sueño
Digo sus pisadas
El calor de sus rostros.

Porque ellos entonces se iban se doblaban
Giraban en la bruma
Y como el cielo volvía
A sus antiguos límites
Se supo que el Espacio moriría
Entre dos paredes confusas
Y decididamente devorantes.

jueves, 27 de diciembre de 2012

MANUEL MUÑOZ ASTUDILLO/ PUERTO LAUTARO

Símbolo amarillo justo en medio
de la lucidez cálida del día.

Mar agotado de lanchas y lancheros.

Mancha de colores, multitud muda,
desordenada y vagabunda
inunda la explanada.

El puerto se nutre, entonces,
de luz en movimiento.

Columnas de humo sostienen el paisaje.

Fábricas desangran venas metálicas
en la orilla del mar.

El Mundo
muere un poco en la oxidada resaca.

Barcos enmohecidos navegando estrellas
la ciudad trepa la cuesta
desguasándose en mitad del cerro.

La vida cae al fondo oscuro de los ojos
donde no alumbra el sol.

MIRIAM LITVAK FROIMOVICH/ IV

Quiero crecer en leño encendido
mientras observo su ascenso:
naranja con azules, rojo-brillante
igual a dardos en busca de cielo.

Humareda que se expande e inunda mis alrededores.

Quiero ser aquel humo que se sumerge
en lo eterno.

Desvanecerme en su aleteo y anidar en una estrella
en esta noche
que me comunica el verso.

Bajo este manto de destellos en que el magnolio
es testigo
y yo misma soy fuego
pido trocarme en humo
y expandirme en vuelo etéreo.

ALICIA DAUVIN/ ALMA, LOCA GEOGRAFIA CORPORAL Y COSMICA

En las sienes el alma inerte no halló conciencia,
inquieta huyó buscando sol
que entibiara su faz bañada en lágrimas,
quedando su piel en llagas vivas,
(han de saber los astros que el espíritu no quiere
extremos impíos del universo),
errada no sabía que su plenitud procede
de la esencia humana.

En nuevos intentos se eleva aún más
y a las estrellas, pido estén quietas,
la hiperquinesia titilante
produce inquietud en mis manos,
no puedo asir un astro con incertidumbre vacilante,
vine solo por la luz escasa de mis ojos;
el brillo que buscas por la noche
te lo devolverá el agua de los estanques,
donde somos esporádicos reflejos.

El universo tuvo respuesta,
sino vagabundo vuelve al cuerpo
que trastocado y temeroso
te envío con su mensaje a pedir nuestras bondades,
(han de saber, humanos, que los astros
no pueden descender
ni ayudar a nadie,
nuestras relaciones serán siempre relativas
por condiciones energéticas desiguales)
la dádiva que podemos dar desintegrará las células.

¿Y en qué fragmentos
podrá vivir la inmensidad del alma?

MARTA VALLEJO BUSCHMANN/ ESPERA

Mi alma espera
en un rincón verde
de la mar trenzada.
Mi alma afina el canto de la bruma
que cuelgan en el viento
las gaviotas mansas.
Retornarán los mástiles blancos
a derramar en las noches de mi puerto
la canción ebria de los marineros,
las palabras de aventuras
de las bocas saladas.
Regresarán a mis veleros
todas las bocas aquellas
que se hundieron como luna
en el coral silencioso,
en las infinitas algas.
Tengo desgarrado el hombro
y el seno abierto.
El pubis en reposo
como solitaria ancla.
Tengo el vientre colmado de espuma
y resbalando en las piernas
aquel manojo de beso
que no regresará
su caudal hambriento.

MARIA CRISTINA URSIC/ MEMENTO

Naufraga el corazón de lentas luces
en este mar crecido de la noche.

Un árbol, doloroso me ilumina
con el perdón antiguo de su viento.

Pasivas manos que no cultivan nada.

La antigua soledad que me sostiene
deposita en su fondo mis estrellas
y un círculo de sueños devastados.

La mano silenciosa que me trajo
al descarnado asilo de esta noche,
no sabía este silencio embravecido
que desata las cenizas del espanto.

JUANA BAUDOIN MADRID/ VALPARAISO

La luna es apenas una alucinación de luz
el sol con un chillido de fuego
se ha ahogado detrás del puerto,
entre los mástiles y los ponchos de humo negro,
de las chimeneas de los barcos.

Camino por Plaza Echaurren,
donde se disputan, en las sombras,
a cuchillo,
el amor y la felicidad.
El rescate está en las ventanas altas
allí se golpean como espuelas de plata
los sueños,
una resolana de olvido y alegría.

Ellas abren sus brazos y su cuerpo,
el cóndor de desplegando el risco,
hermoso centelleando la sombra oscura
de sus alas.
El ultraje es el tiempo.
La noche se alarga en un serpentín mohoso,
pero,
de oro y rosa luce el salón,
los espejos y los homosexuales
tienen monturas orientales.

¡Emborráchate, rico!
¡Emborráchate, pobre!
¡Emborráchate, inútil!,
mientras el mundo se mueve.
Es tu morada de ilusión.
Mañana el sol se paseará por la plaza,
entre las palomas, que comen de las manos,
de los viejos ruinosos,
desprenden migajas,
como flores de azahar,
mañana, ¿qué importa mañana?
Entre el sopor y el recuerdo,
cruzarás la ciudad, que empieza otra vez
igual,
entonces, ¿para qué?
Siempre habrá mañanas.

INELIA URIBE CASANUEVA/ TABERNA EN LA LUNA

¿Tan profundo cierras
tu puerta de plata?
Taberna del alma
¡abrid tu presea
que mi voz te reclama!
Recibe mis labios
en piel de locura
y saluda en champagne
mis opiales de albura.
Dame de tu copa
el licor supremo
con sabor a espuma
o la miel de mi luna
¡en mi copa te ofrezco!

MANUEL CABRERA/ TU QUE VIVES

Tú vives en la brisa que mueve las cortinas.
En la voz de la arboleda.
En las luces peregrinas de los astros
que corren veloces a la muerte
en la angustia tremenda de las sombras inertes.

Tú vives en el ronco tronar de la tormenta.
En la paz de las flores.
En el aroma a menta.
En el sordo rumor de la noche callada.
En el paso marchito de las abandonadas.

Tú vives en mis risas.
En mi amargo quebranto.
En la fuga de los ríos.
En la luz de mi llanto.
Estás en los crepúsculos.
En el alba cenicienta.
En las manos frías.
En mi alma si piensa.

Tú vives en todo lo que amo y anhelo.
Porque tú eres ella.
La que por siempre espero

HELGA VILLAGRAN GOMEZ/ ENTONCES

Y entonces la noche
se alargará en el rezo
como una cuchillada.

Hendiendo las entrañas
sin dolor al comienzo.

Lacerante después.

Y estará en mi insomnio
la ronda de tus besos
como luces encendidas
abriendo mis pupilas.

Entonces la noche
se volverá más triste.

La gran cúpula del sur
acunará los astros.

Y entonces,
no estaremos ambos
sumidos en la sombra
observando el reflejo
de estrellas en el mar.

AZUCENA CABALLERO HERRERA/ INMISERICORDIA

Vestido con tempranas edades,
inmóviles,
busca el amparo
de la última sombra.

Sus ojos vuelan
voluntariamente ciegos.

Una mano híbrida, Ariel-Kalíbán,
le apagó las estrellas
antes
que aprendiera
a conocerlas.

OLGA AGUILERA BUSTAMANTE/ ME AGUARDAN LAS GOLONDRINAS

He de volver a ti, dicen los astros,
me esperan los soles, los luceros,
me aguardan golondrinas en cruceros,
en fantasmales naves de alabastro.

Me aguardan horizontes impacientes
abiertos más allá de las barreras
donde flotan sin rumbo las esferas
y entretejen sueños incongruentes.

Yo volveré hasta ti, Valparaíso,
no puedo desprenderme de tu hechizo
ni dejar de soñar bajo tus cielos.

Y estando recostada en tus arenas
soñaré con centauros y sirenas
en las horas de insomnios y desvelos.

XIMENA ABARZUA LIBEAU/ LA NIÑA DEL MOÑO

Un moño de cinta amariposado
pasitos livianos, sutiles,
que nadie ha escuchado.

La calle se inunda de sol,
los rubios cabellos al viento
ondean color.

Estrellas los ojos,
la boca madura granada,
teñida de rojo.

Viva mariposa metamorfoseada
por la calle vuela
una niña alada.

JUAN DE DIOS REYES FRANZANI/ ANTOFAGASTA

Perla antigua y sensitiva,
del mar y el cerro, Antofagasta
entre sus senos doblegada,
de minerales, mieles liba.

El mar, por flores, le da peces
que en la carne traen y en la escama
luna de rocío y luz de agua;
metales tiene que no mieses.

En su costa de paz y maravilla
se amalgama el desierto con la espuma.
Oasis de quietud y de blancura,

entre pájaros y hombres se adormece,
en el lecho del cobre, del salitre.
¡Sangre y viento, las fuerzas que la embisten!

SERGIO GIJON OLIVARES/ MIGUEL SQUELLA (RETRATO HABLADO)


Sus ojos
en la arena de luna enceguecida
encontraron a Dios
y ahí sepultó su angustia.
Sus manos
generosas de soles amasaron la luz
para ofrecerla
al hijo del desierto.

Su oído
subyugado por místicos ecos
rescató de los vientos
el poema escondido.
El agua de su estrofa
reverdeció al pimiento.
Su presencia de oasis
y la fuerza de su credo
alzaron
en la pampa
la cruz de su canción.

MARIA CRISTINA CASTRO SOTOMAYOR/ AVE VIAJERA


Vuela ave viajera,
vuela en la ciudad de mis recuerdos,
vuela y canta, pájaro azul de ensueño,
alegra mi canción de luna
y mi canción de sol.

Vuela incansable,
no te detengan pena ni dolor,
dile al viento,
que no escucho el arrullar del agua,
que no tengo sonrisa en los labios
porque no tengo amor.

Vuela ave viajera,
vuela en el paraíso de mis grises sueños
y llévate muy lejos, mi adiós.

MARUJA TORRES/ PLENILUNIO

Cae la luna en sombra,
nieve-luna.

Sobre el quieto sendero,
danza la luna.

Pupila de la noche,
ciega luna.

Mármol transfigurado,
luz de luna.

Serpentina en el agua,
mar y luna.

Sobre la tierra sola,
cae luna.

Para tu amor y el mío,
¡tanta luna!

ANA BUSTAMANTE LAGOS/ ABUELITA CLARA

Llenabas alcobas y murallas
de casona jubilosa.
Once hijos acunaron tus entrañas
once bocas libaron tus pezones
en cascadas de soles y esperanzas.

Fuiste mi única abuela
te quedaste grabada en mi memoria
ya postrada enfrente al crucifijo
con elogios y sonrisas en tu andar.

Entregaste candor sin condiciones
alegraste tantas horas tempraneras
y con dulces acentos
mitigabas las penas.

Hoy no estás

ascendiste galaxias sempiternas
pero vives aquí en mis ilusiones
cuando escucho susurros del silencio
están floreciendo los almendros
o cae la tarde al fondo de mis sueños.

GUIDO SOLAR BARRA/ LLEUQUE

Ruido lejano
agua transparente,
espejo cielo
celeste infancia.
Cae rodando
piedra filosa
laja brillante
piedra rugosa.
Niña tristeza
calma fecunda
sueño estrellado
juego lejano.
Por los senderos
sutil romance.
Robusto tronco
viento brillante.
Por los caminos
de la montaña
suben la cuesta
de la esperanza.
Río encerrado
de fondo claro
raíz de nieve,
paisaje lento
roca y misterio.

ALDA BRICEÑO RONCALLO/ REALIDAD

Me miré al espejo
y no me vi
vi dos soles rodeados de mariposas
que conversaban.
Quise quitar los soles
y una brisa helada me despertó.

MARIA LUISA BASCUÑAN MAC-KAY/ CANTAR DE LOS SILENCIOS

Una rosa blanca ha caído sobre mi corazón
y un pájaro azul voló hacia el arco iris.
Pero mi amada, escondida de la luz, creaba
piruetas con su mano rastreadora, para
dejarme encarcelada junto al ruido
subterráneo de la muerte.

Ahora, escucho la oscura,
la extraña melodía de la luna... silencio delirante,
silencio intemperial.

Fue entonces que canté a su ausencia.
Secáronse los ojos buscándole por el espacio.
Implanté mi voz en el silencio, para
cruzar, finalmente, la sombra de los océanos.
Y bebí de sus palabras, y fui como el
caminante y su desierto.

MOLLIE PEREA GUZMAN/ PREGUNTAS

¿Cómo será este amor de tanta espera
que en cien siglos bebiera, gota a gota,
de la estrella, del agua y de la tierra
el sustento que lo hizo realidades?
¿Presentía yo acaso, el dulce daño
socavando el misterio de mi alma?
¿Descubriste quizás, en otras lunas
la soledad que me hizo necesaria?
¿La visión que te fuera señalada
en la piedra, en la rosa, en la paloma,
la ternura en el tiempo del helecho,
la tibieza en la noche compartida?
¿Será posible, dime, un siempre "siempre"
y no volver jamás a decir "nunca",
si este amor por milenios confirmado
estaba inscrito en las constelaciones?
¿No lo sientes, amor, hecho verdades
cuando tus manos tibias me acarician?
¿No lo tienes acaso, cuando el beso
amarra mi ansiedad junto a tu boca?
Desde la piel sedienta de mis labios
apacentando sueños de ternura,
mi palabra te nombra y te interroga:
¿cómo será este amor de tanta espera?

MARIA ROSA CARRASCO PEÑA/ ULTIMA SALAMANDRA

A través de la fisura
el sol inunda la marchitez de tus ojos.
De tu despoblado silencio
me hago eco.
Imperceptiblemente
nos invade un frío momentáneo
una desazón de nostalgia
por los relojes idos.
Ya no hay pasión en tus sueños
el tiempo los bebió de un sorbo.
No obstante nada borrará reminiscencias
de tus días de cantos y de luces

OLGA LOLAS NAZRALA/ LA POSTRERA SOMBRA

Yo no he llegado nunca
hasta el desierto
y sin embargo
vengo del "hasta"
del confín
sin nombre,
donde el sol
se derrama
hasta alcanzar
los pies dormidos
de la Media Luna.

Yo vengo de la
pupila de un sueño
del fragor del
corazón reposando
en los aljibes
hondos, milenarias
penumbras donde
siguen pasando
y pasando
por mi sangre
las caravanas insomnes
del destino.

Hago sonar mi voz
y un golpe de luz
convoca los silencios
de los que vendrán
a cosechar la muerte
y su siembra de promesa
floreciendo

LUIS GUSTAVO ACUÑA LUCO/ HOMBRE EN EL BOSQUE

Voy caminando, mis pisadas cósmicas
estremecen las ramas en el bosque.
De pronto, siento que mi sangre corre
verde, como la sangre de las hojas.

Llevo un signo telúrico en la frente,
mis manos son raíces sempiternas
que brotan desde el fondo de la tierra
a acariciar la luz de las estrellas.

Este fulgor me hermana al infinito,
en un mar de moléculas danzantes,
a través del espacio y del silencio.

Y como un río verde subterráneo
alimenta la savia de mis huesos
el misterio que gira en mi universo

FERNANDO DE TORO GARLAND/ MORIR AMANDO

Quisiera morir amándote
bajo el signo de Sagitario
abrazados en uno
y colgando de la luna entre las estrellas.

Quisiera morir amándote
y luego volar ambos al espacio infinito
en un viaje sin fin
entre lunas y soles y astros guiñadores.

Quisiera morir amándote
en una noche estrellada
cara al azul profundo del cielo
y con la sensación de estar rodeado de estrellas.

Quisiera morir amándote
bajo una lluvia de estrellas
cayendo suavemente sobre nuestros cuerpos
y cubriéndonos la luz de plata.

Quisiera morir amándote
porque sé que es la única manera de vivir en ti
y sentirme eternamente acunado en tus brazos
flotando nuestros cuerpos unidos en la nada inmensa.

JORGE SOZA EGAÑA/ EL SOL ENLUTADO

Tenía una estrella
clavada en la ventana.
Un viento azul lleno de arena
me salía del alma.
Ya no hay cielo.
Un sol negro
cercado por vendavales y papeles
cae por mi voz a pedazos.
Hay vestigios de puertas
la huella disecada de un zapato.
Hay bares abandonados y espejos
desiertos
iglesias sin campanas ni ángeles
ollas calcinadas.
Las mismas fosas
las cruces derruidas
los agujeros secos.
El viento entra y sale
sólo el tiempo, el polvo.
Las cenizas de tus sueños,
restos de tu memoria.

JULIETA MAHAN ARANDA/ BESOS SIN VIAJE

Tendida en la luna
besó mis pies.

El beso de sus labios
fue fulgor extraño
quedé bebiendo la dicha
en mi pequeño claustro.

Aprendí su serenata
eco sin palabras.
Se llevó el recuerdo
de mis pupilas.

Lamento del alma
amenizó el olvido.

Dejó en mi pecho
imposibles realidades.
Nunca sabré cuánto
me habría amado.

Quedó el silencio escondido
jamás podré escucharlo.

ELIANA GODOY GODOY/ SUEÑO OTOÑAL


PREAMBULO
Inauguro lápiz y papel
en un intento de luz
para lo que vendrá
desde lo ignoto.

No proyecto,
el agua libre corre, simplemente.

Signos elaboran rastros.
La cara blanca pierde virginidad.

Estoy en el instante del salto
hacia el sonido.

Elevo anclas, rompo amarras, navego.
El norte espera.
Debo vencer latitudes
esquivando rutinas centenarias.

Irrumpo.
Esculpo brotes contrarios al desierto.
Cascada y mar conforman
mezcla de sabores.
Embrujos arrastran.
Vivo la ventura de ser
en policromía flamante.

Paralelo al horario
dilata el mundo del recién nacido.

1
Trino el despuntar.
Hace huir sombras
un silabario fulgente.
Mis cuencas están llenas de ojos
ansiosos de horadar la vida.

La ciudad es rueca
hilando vellones multicolores.
Camino veredas sin nombre
para bautizar su sueño.
Descubro inéditos
en las esquinas.
Hay un paraíso
al abrigo de los tilos.
La atmósfera desgrana sementeras
bordeando abismos.
Ráfagas azules impiden
desbarranque el pan.
Retretas alegres,
acallan lamentos de tórtolas.

II
Floreces al calor del regazo.
La sed carece de límites.
Desato caminatas adivinando perlas.
Desarrolla el mundo erizos centinelas.
Flamean banderas encendidas por tu sol.
Cuando el inicio sea historia,
tal vez trinos del despuntar continúen.

111
La ciudad envejece
sobre nuestros hombros.
Idioma de computadores enlaza.
Sé de tu tiempo, como tú del mío.
Estamos en el fruto de nuestro árbol.
Gorriones alardean por lo que nunca fueron.
Agonizan entre telarañas
fórmulas antiguas.

Para darte un banquete de astros,
vuelco ante tus ojos, bengalas encendidas.

La ciudad encumbra, nosotros con ella
desentrañamos el secreto de los arroyos.

IV
Cuando el amor florece,
hay balcones sonrientes.
La ciudad no niega
virtudes del campanario.
Ella agiganta,
nosotros maduramos.
Escaños y tilos congenian
confidentes.
En geografías del nido,
copas ofrecen un horizonte
y suelas, caminos por recorrer.
Somos un sueño de otoño
traducido en palabras.

FERNANDO CARTAGENA RIQUELME/ OMEGA


Vórtice. Vértigo. Vacío.
Metales fulgurantes en huida.
Flechas de luz, palomas del mensaje,
junco que deja el puerto más seguro.
Los láseres oníricos
tanteando en el vacío
el perfil de la costa innominada.
Balbucean las máquinas
y cantan las galaxias.
¿Es el triángulo libre,
o el pez en la redoma,
o el hombre lanzado al infinito?
Los mentidos luceros,
los inútiles faros.
Cae la estrella ígnea.
Murieron ya el asombro y reverencia.
Pero podría ser que en esta danza cósmica,
vuelvan, inesperadas,
la tarde y la mañana.

MARIO POBLETE/ ENCUENTRO


Ella vino
en la noche,
con el viento
de alas de ángel,
en la oscuridad,
como una playa sola.
Vino a mí
cuando amaba
ya sus palabras,
sus lentas horas
de silencio,
su voz soñando
como un piano
cerca del mar.
Su amor
era el fuego
que sin quemar
sostiene las alas
en el mundo.
En la alta noche
nuestras estrellas
se miraban.

RAQUEL SEÑORET/ A LA SOMBRA DEL PÀJARO QUE HUIA

A la sombra del pájaro que huía
tembloroso de verse cautivo en tierras desconocidas
nace la historia tejida sólo de sueños.

La pluma que fue abandonada de su ser
busca con desesperación la arena que la espera
para viajar en otra forma al fondo de las aguas.

Una ola nacía entre otras que habían desaparecido
y en sus labios se movía el silencio con tristeza.
El lenguaje habíase perdido en el desierto
mientras la tempestad golpeaba las puertas.

Volver los pasos para descubrir al tiempo
escondido en la memoria del universo
velar sin fin en el nacimiento de los astros
tomando la noche por la mano sin angustia.

Mirarlo todo y recordar la nada
guardar el llanto y cosechar lo presente.


Hay alguien que está muriendo muy cerca

PEDRO RUBIO NUÑEZ/ APUNTES PARA UN ROMANCE AL CLARO DE LA LUNA (FRAGMENTO)

Iv
¡Debajo de las estrellas,
hermosa niña dormida
con una blusa de seda!

Manojo de tulipanes
prendidos a su pollera,
cristales sobre su cuerpo
menudo, color de almendra,
y rosales florecidos
bajo el arco de sus cejas.

¡A la luz de las estrellas,
hermosa niña dormida
con una blusa de seda!

En el lago de sus ojos
la noche clavó su tienda
de fino raso bordado
sobre un fondo de gardenias,
y en su luna transparente
naufragaron las estrellas.

Parece un sendero helado
la niña color de almendra,
un sendero anochecido,
sendero de luna llena,
parece un puñal maduro
tallado sobre la piedra.

¡Hermosa niña dormida,
bajo un cielo de gardenias!
¡Qué irá a decir la alborada
si no te encuentra despierta!

LEDA MARCHANT VIDES/ CORRIENTE DIVINA


Cristalino río de agua cristalina,
agua rauda, fresca como manantial,
llegaste a mi arroyo que estaba dormido
y como tú traes demasiada vida
has podido darme un nuevo cristal.

La corriente inquieta, que me ha invadido,
canta y se retuerce en dulce espiral,
más que agua quieta yo soy torbellino;
tu agua y mi agua, en cuerpo fundido,
bailan alocadas un vals imperial.

La gracia que traes es gracia divina,
porque con tu fuerza y con tu inquietud,
logras lo que tanto quería en la vida:
salir de mi cauce, sentir que estoy viva,
soñar con la luna, arder con el sol.

ENRIQUE JONES/ TOTAL

Salta una flor en plena luz,
actual avalancha y aquí estamos nosotros.
Libro de piedra mojada
en cabelleras pendientes de su cutis,
ave distraída en el sol de un nervio desconocido
a pesar del fondo del cuerpo y sus batientes puertas.
Juego de animales caritativos
en las letras del nacimiento,
cerebro de agua preferida golpeándose las uñas
en los dos silencios de que depende un grito,
y en el dominó del huevo cósmico y presagio
y en la casa vacía del degüello y las plazas
y en las trenzas del llanto sin fondo y las fundas
y en el microbio que dispone su merienda en las órbitas
y en el disparo de olvido
que desvanece las bocas y saludos,
y en el ¡ah! Y ¡ay! de todo lo estático como venda.
Dificultad de desvestirse a tiempo
y abrirse paso predilecto entre los brazos.
Pasar de un tren a otro como visita
sin hacer sollozar las primeras parras del ser.
¡Ah, el volcán dromedario!
Llegar desnudo así sin cesar
hasta lo más afuera de la sangre.


Pasar por la piel inclinada
desde antes como un mensaje.
Así. Así con enseñanzas, con señas colectivas,
la sinovia del huerto, la llama, el guante,
la cal, la hierbabuena.
La sal que trasciende de los huesos como vahido.
La dentadura al revés claro,
la dentadura como santo y seña
inclinando la mirada
que es un consejo para los muertos.
El frío, el hambre, el harapo, la llaga
y el alcohol del chileno,
inclinarlo todo
en una sangría para desnutrir la muerte
y pasar camarada con el viaje más deseado y vistoso.
Hacerlo así para ver reír siquiera
una vez al explotado.
Llegar sorpresivamente cubierto de arena
y adorar los árboles que nos impulsan
y mover lo que intacto aguarda
detrás de la sonora luna.
Es aquí afuera donde nos recibimos
a grandes heridas deseables,
sin temor de perdernos porque nuestra palabra es pura
para alcanzar la realización de cualquier piano necesario,
para alcanzar los oídos dispuestos
desde hace un pájaro incoloro,
para alcanzar la austeridad de ciertos mares voluntarios,
para que de las vértebras arranque un vino
de enormes hojas,
para que el vientre de compañera celebre un cielo
después del desangre de la tristeza.

ELISA VIVANCO KAMANN/ NIÑO DE SAL

Niño de sal
iridiscente,
traslúcido,
frágil.

Traes la humedad
de las gemas salobres
secadas en tu cuerpo
por el sol de la pampa.

Niño de sal,
transparente,
arcoírico
leve,
niño de sal
traes estrellas
en tus ojos negros
y en el cielo
te responden los luceros

JUAN MARIN/ SUPERAVION


Sobre el trampolín de los vientos vírgenes
la mariposa férrea ha brincado
un corazón piloto sale a caza
de constelaciones
anteojos tetraédricos chaquetas
impermeables para el desconcierto
rrrrrrrrrrrrr...
¡cómo zumba el moscardón de la muerte
en la frentes graníticas de las cordilleras!
El espacio es la negación de sí mismo
y el tiempo va caminando hacia atrás
rrrrrrrrrrr...
la hélice va trizando
los espejos de niebla del silencio
¿cuántos faroles de la Broadway aérea
puso un alcalde loco en la Vía Láctea?
Una mirada de hombre apagó
4 aerolitos apaches
con la linterna de sus alas pobres
el hombre entra en el pozo de la mina
y encuentra filones de oro errante
en los cordeles de las nebulosas
como un pañuelo recién lavado
una luna de lienzo está colgando
rrrrrrrrrrr r...
tirabuzón de hierro
¡adelante adelante!


Destapa todos los frascos del éter
10, 000 metros
olas que acarician la médula
el alma sale a columpiarse en Dios
allá abajo
la tierra se disfraza en el día de naranja
y luego se torna diminuta cabeza
de Jack Johnson
bajo las claraboyas del abismo
la placa micro-cósmica hace el cielo
de su vida
infinita escalera del espacio
mientras bajan las luces siderales
un Diógenes con alas va trepando
el hombre va embriagado de azul y de electrones
ya tiene en sus aurículas
la oscilación eterna
su advenimiento es fruto de una pasión de soles
muy lejos se ha apagado el último recuerdo
el beso de la novia y el adiós con lágrimas
cayeron al franquear los 5, 000 metros
el último terror la sugerencia
final de la muerte
quedó en los 10, 000
después
¡Oh! Borrachera de cósmicos brebajes!
¡Oh! Epilepsias de amores en el vértigo!
¡Succiones en los senos lactecentes
de la Venus de ámbar!
30, 000 metros
40, 000
50, 000...
por la película
de sus tálamos ópticos
Perla White va rodando disfrazada de estrella
en el carrousel de fuego de su elíptica
con las tijeras de sus alas
el hombre ha cortado una guedeja al sol
¡vuela el superavión!
Lo atraen las lunas de arrabal de los Oriones
en los negros carnavales del silencio
100, 000 metros
hay una cruz vagabunda
donde murió de asfixia Julio Verne
y tuvo el primer síncope el enorme Einstein
el motor...
rrrrrrrrrrr...
se ha perdido en las fuerzas múltiples
el corazón del hombre sigue
sigue
ascendiendo en los vórtices infinitos
en el telón del universo
se proyectan los signos
gritos astrales
nacen se rompen y mueren en sí mismos
más allá de las líneas en la danza
de horizontes enanos y de siglos microscópicos
más allá de los astros sobre el polvo
de oro atómico de las constelaciones
sobre el galope de las ideologías
en medio de las sombras del Cosmos
el hombre afirma su existencia milenaria
con el superavión de su pensamiento.

HUGO GOLDSACK/ HISTORIA PARA UNA NOCHE DE NEBLINA

Ya podéis gritar y correr, deudos de nadie,
Hombres de roja gorra, caballeros
De acompasado pantalón.

Ya podéis pisotearme, señoras
De poderoso fuelle sentimental, y en mis narices
Batir vuestros pañuelos.

Precipitaos hacia las puertas
Gesticulando, sonándoos, rodando,
Riendo.

Empujadme a la margen del rebaño,
Y dejadme solo como los guardafaros
O los náufragos.

Dejad que me convenza lentamente

Que el frío del andén bañe mis huesos
Hasta que me percate de mi muerte.

O de la paradoja de estar vivo
Cuando el alma va lejos.

Lejos, más lejos, mientras fluye el tiempo,
Y la niebla se cuela por las venas
Para volverse llanto…

Nadie me escuche, nadie me consuele.

Solo nací, solo me muero
Con su desdén que me trepana el alma,
Con sus manos cuyo recuerdo lamo,
Y sus ojos que retienen el embrujo
De la primera luna que alumbró en el mundo.

En invierno las ánimas van vestidas de niebla.

Como volutas giran en torno a los faroles
Y gimiendo cruzan la cara del desamparado.

¿De qué viejas culpas le hablaran cuando pasan?

Pero el triste sigue sin decir nada.

Un pitazo infinito ha rasgado su oído
Y una voz que fue suya parece que hablara cerca.

Marejada de anhelo, la sangre se le escapa
.y se va por nocturnos campos, hacia remotos galpones ferroviarios.

El vino torna monstruosa la risa en el burdel.
Alguien me mira, Es posible. Sólo sé
Que mis besos perdidos como jauría triste
Van rodando en la bruma tras un tren.

RICARDO MARIN / SOBRE LA PIEDRA

Un rio de sedientas aguas
Invade el lugar puro de los seres.
Viene de otros siglos, en llanto obscuro
Destruyendo la breve luz terrestre.

Su rumor interno
Azota el impalpable territorio
Y en sus aguas se ahoga el pensamiento.

De los amados ojos
Van rodando peces tristes. ¡Oh sumidos signos!
Al rio que tiembla con sus aguas duras
Sobre la piedra insomne del destino.

Al fondo del destino, en sus mareas,
Ciegos se abren los caminos.
!Oh razón, Oh luz!
El rumor del hombre, deshojándose
Corre por el latido de la sangre
Y de pronto enmudece en la piedra.

Un sonido negro
Como un vuelo fugaz e infinito
En lo último del súbito silencio.
Y lejos, tiempo, nube
Nada.

Piedra. Silencio.

La sien entonces
No se resigna al mudo mandamiento
Y regresa para oír
Y caminar sobre intangibles hojas…

Infinito, indescifrable sonido,
Tiempo perdido, alimento.
Oh transparente deshojado,
Luis Marín, padre mío:
En tus cabellos sin rumores
Alguien se aleja de mi alma,
Alguien con pasos de aire.

Pienso:
Más tarde será más tarde
Pero tu cielo, cuyo suave peso
Lo comprendo yo ahora,
No es más que un frio incendio
O un cuarto lleno de lágrimas.

Digo:
El cielo ya no late,
Aun nadie lo sabe, nadie, nadie.
El espacio, sin embargo, llora y llueve.

Mi corazón dobla su pétalo
Y emprende un viajo, lento, lentamente,
A sus secretos huecos…

Aquí hundo mis sienes, mi ámbito alado,
Lo que soplaba, desnudo, allá en el fondo:
El amor, el sueño, el inefable mundo
Que desbordado y balbuciendo
Crecía como un labio matinal.

¿Oh tu corazón, padre mío,
Tu solitaria planta a medio comenzar,
Mis pobres sueños, padre, el pabilo perdido…

Vuela un cósmico gemido de mi ser
A la siga
De lo que no pudo palpar sus formas puras.
El viaje por entre el tibio escombro
Subleva la sangre
Del que quedo mirando en una orilla.

Parado junto a un árbol
Uno señala el infinito con un dedo.

Luego,
¡Oh dios, oh dios mío y malo,
Oigo gemir la noche
Entre planetas y fríos muros
Y la canción que se prolonga en tus labios eternos!

El mundo se habrá admirado
De encontrarse mas grande, sin pensarlo.

Cae el ultimo, el mero pensamiento de los seres
Y un golpe solo se oye en el eterno.
En líquenes de nieve
Llega la dimensión del mal silencio.

Toca el alma, la flor de la raíz,
Con sus guerreros pálidos y mudos
Y el llanto cría una tempestad bajo la frente.

Las lagrimas entonces: ¡Ah las lagrimas!
Nunca podrán ser mas hermosas, mas inmensas y mas solas.

Allí el alma se desliza,
Quieta nadadora,
En un mar de enterradas olas.

Así
Se apaga el fiel rumor, el santo fuego
De los labios íntegros y sabios
Y el ser, solo, se pierde tras el tiempo.

Pero tú, Oh acacio de mis mares.
Tú cantas como un mudo sobre el cielo!