Cae la tarde a mi redor,
las persianas vacilantes
de mis rùsticas ventanas
levemente se han cerrado,
y estoy solo.
Breve golpe me ha anunciado
que hay afuera un visitante;
me incorporo.
-Te esperaba a ti, mujer;
no has llegado, no has llegado...
Abro... en torno
miro; nadie llama, nadie...
Y entran hojas,
y entra, hùmedo y sombrio,
suspirando, el viento frio
del otoño.
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