lunes, 31 de diciembre de 2012

GABRIEL CARVAJAL/ BALADA FINAL

De todos los amigos que he tenido
me quedan los que han muerto.
En las mañanas leo el diario
que dice aguales cosas de otra època
y cabeceo algunos sueños.

Allì tal vez hay flores que se abran
con pètalos oscuros hacia adentro,
otros àrboles crecidos de una tierra màs honda
donde crezcan màs tiempo.
otra vida igual, ojalà igual
pero sòlo para poder por fin recordarla toda entera.
Ya no puedo revivir todo eso. No me quejo
En la vejez veo mi infancia mejor que nunca.

He olvidado. Como siempre sin darme cuenta, he olvidado.
Tal vez lo que no era bueno.
Ultimamente anoto todo lo que hago,
poca cosa porque me faltan ganas,
y a veces hablo yo no sè de dònde
cosas que caen por su propio peso,
largas historias que no terminan
y que no sugo,
trozos de otros dias.

El paladar se me ha secado.
Ya no me queda mucho tiempo màs.
La muerte empieza antes que la muerte.
Deberé ir a esperarla junto al mar,
con los ojos hundidos en la espalda, de pie vacilante
junto al mar
desde que empiece a sentirla como un hecho.
Y los cuervos vendrán.
Desplazados por las criptas y las coronas
ellos vuelan sobre el mar; han de venir
-a veces me alegro imaginándome el reparto, los he querido-
y la playa cubrirá sus arenas de negro
un día y una noche y enrojecerá
para que el aire pueda verse más vivo por un tiempo.

En el diario matinal
que debo releer en la tarde en una esquina tibia
descubro todo lo que sabia y me distraigo.
A veces a conciencia digo disparates juveniles
por ver còmo se rièn de mì
con suspocacia los mayores, pletòricos de vida,
los niños sin saberlo,
todos de buena gana.









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