No Arnold en los jardines de Kensington, no
Kheyyyam en los jardines de Persia, sòlo
yo ante esta muralla abierta de estuco.
Como una làmina de Tanguy, rodeàndola
pequeñas formas: y yo, tambièn pequeño,
me abalanzo a desgartarla con paciencia
de tenia o de cualquier ser blando.
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