DIFUSÌÒN DE TEXTOS DE POETAS CHILENOS DE TODOS LOS TIEMPOS, A CARGO DEL POETA RODRIGO VERDUGO.
jueves, 23 de mayo de 2013
CARLOS SOTO ROMAN/ RECOLETA Y VALDIVIESO
No hay tal cosa como un quiebre,
dijo Berrigan, 1964. Yo pienso en las ciudades.
Las de plástico, las de concreto.
Las perdidas entre los sueños de los vagabundos
y los inocentes viajeros que llevan los dedos
amarillos de marihuana y que
todavía piensan que el mundo es algo
que vale la pena.
Yo pienso en las ciudades.
En su ruina más bien. En el tintineo incesante de la población hormigueando
en sus recovecos.
Como ese día en el Cementerio Católico, ¿te acuerdas?
Veíamos los nichos y nos imaginábamos los cuerpos apilados
unos sobre otros, que ardiendo en la espesura,
se verían como el faro de Alejandría.
Una torre infernal de huesos y carne putrefacta.
La ciudad completa, sólo huesos y carne.
Larry me contó la historia de la monja que encontraron
crucificada patas arriba.
Yo no le creí una puta palabra y le sugerí
que siguiera tomando fotos o de lo contrario
que fuéramos de una vez por todas al Quitapenas
a comer cazuela a tomar cerveza y a gastar los ahorros y las conciencias
con las mismas preguntas de siempre.
No hay tal cosa como un colapso.
¿No es cierto Ted?
No, no la hay.
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