miércoles, 19 de agosto de 2015

ALEJANDRO RIVAL ARANGUIZ/ OLVIDATORIO



Sin invitación
viajamos al primer destino que nos ofreció la utilidad de la memoria
a la ausencia de un mejor pasar:
a falta de algo menos real: el museo de sombras.

Cada obra con su explicación conforme al más escéptico
y al instinto de supervivencia.

Se leyó en una sombra mutilada por un ángel:
un futuro aquí no se vivirá desde la sangre
con la valentía que sobró al momento de imaginarlo
y hoy, como ves, sobran las palabras cuando no bastan las acciones
porque no existe el silencio póstumo para escucharlas
más que en el fondo
enterrado aquí adentro.

Y ahí qué, con más orgullo que imaginación,
fue posible suponer las salidas
a falta de salvación sobran consuelos.
Pero no había caso.

No sabíamos de eternidad
nada sabíamos de amor.

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