viernes, 16 de febrero de 2018

FELIPE RODRIGUEZ/ INSTANTE


Vacío,
devuelto por el oleaje,
arrastrando la vanidad sobre el tiempo.
Mis labios son ciegos escarbando en angustia.
Sin sangre,
sin piernas,
sin habla.
Sólo una palabra desnuda
recorriendo abismos.
Ahora es carne,
lamento,
cicatrices.
Ahora es silencio,
nostalgia hundida en un adiós.
Ahora es caída,
noche violentando el cuerpo,
fuga para no mirar el espejo.
No hay espera,
la palabra se humedece
por un mundo que convulsiona a mis pies.
Amparo,
desasosiego:
ojos para acurrucar demencias
y masticar gemidos.
Un instante como puñal,
como sudor de una nada incandescente.
Un fuego,
una isla lamiendo la piel,
como un niño acariciando cadáveres.

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