Cuando llegue la noche suave en la que vueles
acurrucada sobre mi pecho, yo te refugiaré,
con sonrisas de oro y caricias violentas.
Sofocaré los cielos, apagaré los astros, y
nuestro calor será fogata sabia guiando tus sueños.
Respiraré extasiado tu perfume seráfico.
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