lunes, 5 de octubre de 2020

ISIDORA VICENCIO/ OLEAJE


Yo sano la herida en la noche

que el brujo clavara su diente

diciéndome sola y torcida.

Si acabo la vida, no por su boca,

será por la propia mano que nace

no monstruo animal, peor bestia.

Por dentro se me abre un hocico que muestra los dientes

la última fuerza que busca espantar la carroña.

Entonces el aire se aplasta en el agua

una furia de sal me retuerce

dejaré de sentir que la carne palpita.


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