Yo sano la herida en la noche
que el brujo clavara su diente
diciéndome sola y torcida.
Si acabo la vida, no por su boca,
será por la propia mano que nace
no monstruo animal, peor bestia.
Por dentro se me abre un hocico que muestra los dientes
la última fuerza que busca espantar la carroña.
Entonces el aire se aplasta en el agua
una furia de sal me retuerce
dejaré de sentir que la carne palpita.
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