Amor, tú que eras flama consumiéndome entera,
en noches increíbles, donde el mundo giraba;
danzaban nuestros cuerpos crepitantes y plenos
de ternuras y besos, al compás de las llamas.
Amor, tú que eras río, regando mi simiente;
generoso caudal, transparente y profundo...
bebí en ti los primeros néctares de la aurora,
en ti sacié mi sed, me transformé en ribera.
Me evaporé en el aire, donde también estabas.
Volé por los confines a tu sesgo apegada.
Fui pájaro, fui nube, brizna de sol...fui lluvia.
Fui todo para ti...y de ti, un pasajero.
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