martes, 7 de enero de 2020

LAUTARO CONDELL/ VIRGEN DEL CAÑAMO



Y esa vez que me subí a la cima
la encontré entre unas piedras a la Virgen,
entre las antiguas guaridas del dolor que se pierde y se esconde
donde no existen los ojos


y allí la reina del Cáñamo
establecía su comarca de flores densas danzando
mientras el fuego recuperaba el sonido del primer día

y yo,
sentado en la raíz, señora,
recé,
donde no existen las verdades
y todo se reduce
al puñado de tierra que corre entre los astros

La Cogolla que lleva entre las piernas,
Virgen del Cáñamo,
se parece a la pelusa que siempre aparece
en el rincón que llaman misterio

Y que aparece cuando niño
mira al cielo y cae

y que aparece en el destello del borracho
que escupe mirando su nombre y a la muerte

es la fisura que nos mantiene alerta
y que levanta la pregunta y el caos,
que nos alienta a dar el paso hacia las cumbres

todo se parece a su cogolla
hermosa Virgen del Cáñamo Aconcagüino
y no queremos herirla
ni menos emborrachar las pocas luces de la ruta,
permitenos entonces, Virgen del Aconcagua,
adivinar el camino y la cogolla,
cuando jugábamos a la escondida
en aquel patio infinito.
Porque ahora, los pájaros nos ven pasar como enemigos
y no nos dedican ninguno de sus trinos,
permítenos perder la huella razonable
y volver a las andanzas, a la parranda
que el resto del universo incansablemente
celebra sin nosotros.

Señora, sostén el cielo con tus senos,
detén la caída de tus carnes,
declárate santa Virgen del Cáñamo
y que la lluvia no destruya tu imagen reflejada
en las luces lejanas de los prostíbulos del Cosmos,

porque de pie te encuentras
en el centro
hablando de los tiempos en que las niñas
se entregaban por amor a la patria
y sus madres cabronas sonreían en la fila,

Señora Virgen del Cáñamo
declárate patrona de Pumazul
y no dejes que el mundo se inunde
con las aguas del Cielo

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